La disyuntiva de Republicanos estará en usar el "Botón Rojo" y estar dispuestos a que sus ideas sean arrasadas en diciembre y entregar una victoria gratis a la izquierda, o intentar arrastrar agua a su molino, sumándose a la opción ganadora.

A estas alturas no es una sorpresa, pero sí causó algo de ruido la arremetida del senador Rojo Edwards llamando a “abortar el Plebiscito” para salvarse de una eventual derrota. Si bien no pasó de ser un grito en la selva, la verdad es que Republicanos tiene su propio botón de pánico y que aún no lo han ocupado.

Lo cierto es que las encuestas, a excepción de la última Black&White publicada el viernes, muestran una marcada tendencia a votar “En Contra” el próximo 17 de diciembre.

El tema es que Republicanos consiguió elegir a la mayor cantidad de consejeros, por lo que, esta vez, tácitamente el peso de conseguir que se apruebe el texto que emanó del órgano constituyente está en sus hombros.

Por lo mismo, José Antonio Kast se ha desplegado por el país, saliendo al paso incluso del “fuego amigo” de Evelyn Matthei. Sin embargo, de manera muy inteligente, evitó exponerse para ordenar sus huestes tras el arrebato de Rojo.

El corcoveo de Rojo Edwards

Recordemos que el corcoveo del senador Edwards no quedó impune, ya que la secretaria general del partido, Ruth Hurtado, le abrió la puerta de par en par para que deje Republicanos si no se siente cómodo.

Y es que el partido -hasta ahora- funciona con una disciplina casi militar, donde el mantra es remar todos juntos en la misma dirección. De hecho, en la interna del conglomerado derechista califican lo sucedido con Edwards como una polémica “artificial”.

Incluso, al consultar respecto a si tuvo algún eco el llamado a “abortar el Plebiscito”, algunos parlamentarios fuera de micrófono apuntan al 13,1% que obtuvo la lista del senador metropolitano en las últimas elecciones internas, respaldando el “tirón de orejas” de Hurtado.

Según fuentes consultadas por BioBioChile, Rojo por ahora no estaría interesado en dejar la colectividad. Más que mal, continuará en el Senado hasta 2030, por lo que tiene tiempo de sobra para pensar su domicilio político, pensando en la reelección.

Esto mismo es algo que en la interna le cuestionan, apuntando a que es demasiado evidente que tiene un proyecto propio que trabaja fuera de la disciplina castrense de Republicanos.

El “botón rojo” de los Republicanos

En ese sentido, no tienen contemplado hacer una “contención de daños”, ya que por ahora la principal preocupación es el Plebiscito, donde si bien derrochan optimismo en un triunfo, las señales muestran todo lo contrario.

“Lo damos vuelta”, señalan, insistiendo en que no se fían mayoritariamente de las encuestas, descartando además tener sondeos propios para ir tomando el pulso de la ciudadanía sobre el proceso constituyente.

Pero, y aquí hay un detalle importante, aún Republicanos no ha confirmado si llamarán a votar “A Favor” o “En Contra” de manera institucional, ya que si bien están conformes con el texto que emanó del Consejo Constituyente, esperarán lo que suceda una vez que la propuesta de Carta Magna llegue a manos del Comité de Expertos.

Y es en dicha etapa, en donde hay un “botón rojo”, una especie de puerta de escape, que les permitiría evitar un bochorno en el Plebiscito, no solo como para salvar la candidatura presidencial de José Antonio Kast, sino que dándole también una bocanada de aire fresco a la izquierda, que está esperando expectante lamiendo sus heridas, tras la aplastante derrota en el primer Plebiscito de Salida.

Aquí Republicanos tiene dos caminos, “morir con las botas puestas” arremetiendo como Quijotes de la Mancha contra los molinos, o, por otro lado, usar como argumento las eventuales modificaciones que los expertos hagan del texto, especialmente si “podan” las enmiendas que presentaron, para llamar a votar “En Contra”.

Así al menos lo han confesado algunas fuentes de BBCL al interior de la colectividad, aunque fuera de micrófono.

De esta forma, las razones del fracaso intentarían endosarlas a los expertos, dejando contentos a sus propios electores, pese a que obviamente quedaría el sabor amargo de no haber podido “darlo vuelta”.

La dificultad, tal como ocurrió en el Plebiscito pasado, es que la ciudadanía en general no muestra un mayor interés en leer e informarse de lo que pasa en el Consejo Constitucional, sino más bien de lo que los medios informan… ¡Ah! Y también por redes sociales.

Pero además, y no es menor, los sondeos muestran una intención de voto en contra de dos a uno e incluso tres a uno.

Recordemos que desde hace varias décadas en Chile se están definiendo los inquilinos de La Moneda en segunda vuelta, por lo que superar el 30% para un candidato presidencial es algo favorable.

No así para sus ideas, ya que una derrota en el Plebiscito es también una derrota ideológica. Es cosa de ver cómo el gobierno de Gabriel Boric se quedó sin relato tras el aplastante triunfo del Rechazo.

Incluso, prestigiosos medios internacionales, como el británico Financial Times, apuntaron a un “pato cojo”, cuando aún resta casi dos años y medio de mandato, pese a que es un fenómeno más común en la recta final de los periodos presidenciales.

Por lo tanto, no es gratis perder este plebiscito, ya que los Republicanos pasarían de ser mayoría, a volver a quedar reducidos a un 30%, sin cuenta de ahorro para las elecciones municipales y de gobernadores.

Así las cosas, la disyuntiva de Republicanos estará en usar el “Botón Rojo” y estar dispuestos a que sus ideas sean arrasadas en diciembre y entregar una victoria gratis a la izquierda, o intentar arrastrar agua a su molino, sumándose a la opción ganadora.

En lo que muchos coinciden, en que el 6 de noviembre es la fecha clave, para cuando esté listo el texto para ser plebiscitado.