La mañana de este martes, se dio a conocer la carta de renuncia de Germán Correa al directorio de la Empresa de los Ferrocarriles del Estado, EFE, donde argumenta que esta determinación se da luego que Sebastián Piñera declarara “guerra a su propio pueblo” en el marco de las intensas movilizaciones a nivel nacional.

En la misiva, Correa da a conocer que el año pasado aceptó la designación, ya que las empresas del Estado no son del Gobierno de turno sino que del Estado, por lo tanto considera que sus directorios deben estar formados por personas que aseguren su mejor gestión, independientemente de sus preferencias políticas, otorgando la debida estabilidad y continuidad a su desarrollo corporativo.

Sin embargo, sostiene que en las actuales circunstancias, “cuando el Presidente Sebastián Piñera ha decidido declarar la guerra a su propio pueblo, con el falso argumento de querer aislar a los violentistas, en el marco de las masivas protestas de nuestros compatriotas que ya no han soportado más la exacción y el abuso a que lo someten muchas empresas privadas, la insensibilidad y la falta de respeto por las penurias que sufren por parte de las propias autoridades de gobierno y la difícil situación de sobrellevar su existencia con sueldos y pensiones miserables, no me es posible separar el carácter de esta empresa como empresa de todos los chilenos del Gobierno que actualmente las administra”.

De esta manera Germán Correa afirma que no se puede hacer parte “ni siquiera indirectamente” de esta administración “que tan grave y errada posición ha tomado ante el clamor de millones de chilenos”.

Asimismo en la carta manifiesta su repudio por la violencia contra los bienes públicos y los saqueos que se han registrado en distintos puntos del país, pero Correa asegura que no puede aceptar que el Gobierno “manipule tan condenables hechos” para tratar de ignorar la profunda legitimidad de la protesta social en marcha.

Junto con lo anterior y con la presencia de los militares en las calles, Germán Correa, sostiene que se está poniendo en riesgo “la propia democracia que tanto nos costó reconquistar”.