El pasado 12 de febrero, la Brigada Investigadora de Delitos Contra el Medioambiente y Patrimonio Cultural (Bidema) ingresó al Museo de Colchagua, en la región de O’Higgins, para recuperar un copón que en 2012 había sido sustraído desde el Santuario del Carmen, en Curicó.

Dicho procedimiento fue ordenado por el fiscal de esa ciudad, Miguel Gajardo, luego que fuera reconocido por el rector del recinto religioso durante una visita al museo localizado en Santa Cruz.

Según explicó Fiscalía a La Tercera, el implemento está siendo periciado para determinar si corresponde a la especie robada en 2012, tal como fue denunciado en ese entonces.

“Alrededor de un mes y medio atrás, concurre nuevamente el sacerdote a la Fiscalía de Curicó dando cuenta de que una visita que había hecho al Museo de Colchagua en Santa Cruz había podido ver un copón de similares características al que había sido sustraído el año 2012 y que tenía una seguridad bastante alta de que podía ser el suyo. Eso motivó que se reabriera esta causa y se diera una instrucción particular a la Bidema”, explicó el persecutor.

De paso, admitió que “habrían antecedentes bastante certeros de que podría ser la misma pieza sustraída el año 2012, porque las características que se indicaron de ella son plenamente coincidentes”.

Durante el procedimiento, los expertos de la PDI advirtieron que otros elementos también podría tener un origen no aclarado. Al no recibir una respuesta clara desde el museo, reportaron la situación a la Fiscalía Regional de O’Higgins, que inició una indagatoria desformalizada para recabar más antecedentes.

Desde la Fundación Cardoen, ligada al empresario Carlos Cardoen y a la administración del museo, admitieron la situación. “Se ofreció toda la información de la pieza en particular, como siempre se hace. Entregamos los datos de cómo ingreso y ya se conoce, por parte de las autoridades, que fue comprado a un anticuario durante el año 2013 y la Fundación va a colaborar”, explicó el abogado experto en Patrimonio de la entidad, Óscar Acuña Poblete.

“Entiendo que se hace necesario en el caso de los museos tener claro la procedencia de las piezas, de dónde vienen las colecciones y en el Museo de Colchagua existen una trazabilidad de todas las piezas y colecciones. No tenemos nada que ocultar. Las investigaciones se tienen que realizar y nosotros estamos tranquilos”, remarcó Andrés Cardoen Aylwin, hijo de Carlos Cardoen.