La Unión Europea (UE) anunció que no consideraba válidas las elecciones venezolanas. ¿Ahora qué? “Se baraja tomar medidas” es, por ahora la respuesta. ¿Cuáles podrían y deberían ser éstas? ¿Qué cabe hacer desde Bruselas?

España fue el primer país de la UE en pronunciarse negativamente sobre las elecciones del 20 de mayo en Venezuela. Luego fue Alemania. El tenor es el mismo: las mínimas condiciones democráticas no se han respetado, la convocatoria a la urnas no fue ni libre ni justa. Sus resultados no pueden ser reconocidos.

A dos días de la controvertida jornada electoral venezolana, y a la espera de un comunicado conjunto de los 28 países de la UE –algo que puede tardar, dada la unanimidad indispensable para ello- desde la Comisión Europea se recuerda la postura que se ha llevado hasta el momento: se sigue de cerca la situación y se baraja la posibilidad de emprender nuevas acciones, y sanciones, en consonancia con los socios regionales, según evolucione la situación.

Marco político por definir

“La UE sigue trabajando en consonancia con su representación en Venezuela. Todavía, los 28 países no han tomado una decisión respecto a su marco de relaciones políticas con Venezuela. Muy probablemente nuestra representación política y diplomática va a seguir allí, ése es nuestro deber. Atender a nuestras relaciones políticas y a nuestros ciudadanos que por cierto son cientos de miles los que viven en Venezuela”, avanza a Deutsche Welle, Ramón Jáuregui, presidente de la Asamblea EuroLatinoamericana (Eurolat).

“Sin embargo, nuestra exigencia será que la oposición y el gobierno alcancen un acuerdo sobre condiciones y calendario de unas elecciones en regla”, puntualiza.

Desconocer, presionar

Esta postura, que busca salida a la crisis poniendo un pie en cada orilla, no satisface a quienes como la eurodiputada liberal Dita Charanzová llama desde ya dictador a Nicolás Maduro y, desde hace tiempo, pide más sanciones de las impuestas en enero.

La eurodiputada checa no cree en una salida dialogada a la crisis venezolana y desde hace tiempo aboga por más sanciones.

En su misma línea, según Tamara Sujú, directora ejecutiva del Instituto Casla de Praga y, entre otros, promotora del premio Sájarov 2017 para la oposición democrática opina: “Si desconoce este simulacro de elecciones, la UE debe desconocer al presidente y a su gobierno y, haciendo lo del Grupo de Lima, llamar a sus embajadores a consulta y tener un nuevo paquete de personas sancionadas y sus familiares, empezando por Nicolás Maduro”.

¿CELAC sin Venezuela?

¿Llegará a eso la UE, a desconocer a Nicolás Maduro y, por ejemplo a no invitarlo, a la postergada Cumbre UE-CELAC? “Es pronto para decirlo, no tengo la respuesta”, indica Jáuregui.

“Pero muy probablemente los 14 miembros del Grupo de Lima no van a aceptar esa representación política en nombre de Venezuela. Al no aceptarla ellos muy probablemente el marco de relaciones UE-CELAC va a seguir pendiente de la resolución de ese problema interior. A mí personalmente me preocupa que veamos interrumpida esa relación política y económica. La cumbre es una lanzadera de proyectos, de cooperación, de entendimiento. Pero mucho me temo que los países de América Latina no van a aceptar esa representación y por tanto seguirá suspendida esa cumbre”, añade.

Crisis

A la ausencia de condiciones adecuadas se suma que “lamentablemente la participación ha sido tan baja que estas elecciones no han servido para resolver la crisis política de Venezuela”, sigue el político español.

“Tampoco servirán, muy probablemente, para solucionar la económica. La ayuda humanitaria europea se encuentra ya en las fronteras del país, tanto en Boa Vista en Brasil como en Cúcuta, Colombia. Por otro lado, Hay un buen número de inmigrantes venezolanos tocando la puerta de España, de Francia, Portugal, Italia, de Perú, Colombia, Argentina. Creo que tenemos que ser en primer lugar solidarios y en segundo lugar humanitarios. Debemos ponernos al frente de una respuesta positiva a esas peticiones de regularización”, arguye Jáuregui.

Diálogo

“La hora del hambre en Venezuela no es la de la diplomacia”, afirma Sujú quien no ve posibilidad de dialogar con “un gobierno criminal”.

A este tipo de argumentos, Jáuregui responde con preguntas: “¿Cuál es la alternativa? ¿Qué es lo proponen los que no ven salida en el diálogo? ¿Qué caiga el régimen? ¿De qué manera? ¿Que se produzca una conflictividad interior absolutamente indeseable para todos?”

Descrédito del mediador

Por otro lado, la criticada mediación del expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero – que avaló claridad de la jornada electoral venezolana- Jáuregui la entiende como la combinación de dos argumentaciones reales:

“Probablemente el cómputo de los 8 millones de votos ha sido correcto; nadie puede probar que el 46% de la población venezolana acudió a votar libremente. Eso es lo que indica Zapatero, en ese sentido, han sido limpias. El problema es que las condiciones de base para esas elecciones no eran democráticas en la opinión de la comunidad internacional. Y no lo eran porque la oposición no acordó con el gobierno ni el calendario ni las condiciones. Porque había partidos ilegalizados, porque había líderes políticos inhabilitados”.

Vías de salida

Así las cosas, opositores como Sujú, que tiene buena resonancia en algunas instancias europeas, llaman a la Fuerzas Armadas Nacionales “a escuchar el sonido del silencio de la población venezolana que no acudió a votar. Es hora de ponerle un parado y pedir la renuncia a Nicolás Maduro”. La vía de llevar al presidente venezolano a la Corte Penal Internacional, en su opinión, también debería ser apoyada por la UE.

“No hay que buscar salidas fuera de la democracia”, comenta Jáuregui. “La salida de Venezuela tiene que ser democrática y pacífica; cualquier intervención externa a la democracia, y desde luego, toda violencia tiene que ser rechazada. Queremos un acuerdo, un calendario, condiciones. Vamos a intentar resolver por la vía democrática esta gravísima crisis de este país tan querido”, concluye Jaúregui que representa a los 75 delegados de los 28 países europeos que tienen que ver, en el marco de Eurolat, con América Latina y la CELAC, incluida Venezuela.