Kunduz, gran ciudad del norte de Afganistán, y Sar-e-Pul, en el noroeste, cayeron el domingo por la mañana en poder de los talibanes, convirtiéndose en la tercera y cuarta capitales provinciales tomadas por los insurgentes en tres días.

Se trata del más importante avance de la ofensiva militar de los talibanes lanzada en mayo pasado, cuando las fuerzas extranjeras presentes en Afganistán empezaron a retirarse del país.

“Tras feroces combates, los muyahidines, por la gracia de Dios, capturaron hoy la capital de la provincia de Kunduz”, anunciaron los talibanes en un comunicado.

“Cayó Kunduz. Los talibanes han tomado el control de todos los edificios clave de la ciudad”, afirmó por su lado un corresponsal de la AFP desde esa ciudad, ubicada a 300 km al norte de la capital Kabul y a 50 km de la frontera con Tayikistán.

En Sar-e-Pul, “los talibanes rodearon un batallón del ejército en las afueras de la ciudad” y “todas los demás partes de ésta están bajo control talibán”, declaró Mohamad Hussein Mujahidzada, miembro del consejo de la provincia del mismo nombre.

Los insurgentes ya se apoderaron el sábado de la ciudad de Sibargan (noroeste), capital de la provincia de Jawzjan, un día después de hacerse con el control de Zaranj (sudoeste), capital de la provincia de Nimroz, cerca de la frontera con Irán.

En los últimos tres meses, aprovechando la retirada de las tropas extranjeras, los talibanes controlaron enormes zonas rurales, y centran ahora su ofensiva en las grandes ciudades.

Regreso al pasado

Muchos afganos viven con temor el espectro de un retorno al poder de los talibanes, que gobernaron Afganistán entre 1996 y 2001 imponiendo un severo régimen islámico, antes de ser expulsados por una coalición internacional liderada por Estados Unidos.

Las tropas extranjeras han estado en Afganistán durante casi dos décadas, tras la invasión encabezada por Washington luego de los ataques del 11 de septiembre de 2001.

El acuerdo firmado en febrero de 2020 en Doha por los talibanes con Estados Unidos, que previó la retirada de todos los soldados extranjeros de Afganistán, les impedía –al menos teóricamente– a los insurgentes llevar a cabo ataques en las grandes ciudades afganas.

Pero, ahora, ante los avances de los insurgentes en las grandes urbes, Estados Unidos, que culminará su salida de Afganistán a finales de agosto, intensificó sus ataques aéreos.

“Las fuerzas estadounidenses han desplegado estos últimos días varios ataques aéreos para defender a nuestros socios afganos”, indicó la comandante Nicole Ferrara, portavoz del Mando Central del ejército.

Esta semana, poco antes de iniciar la toma de las capitales provinciales, los talibanes habían reivindicado el asesinato del jefe de comunicación del gobierno afgano, tras haber advertido que llevarían a cabo operaciones contra altos cargos en respuesta a la intensificación de los bombardeos.

El miércoles, los insurgentes prometieron llevar a cabo nuevas operaciones de “represalia” contra altos funcionarios del gobierno tras haber atacado la residencia del ministro de Defensa, el general Bismillah Mohammadi.

El ministro salió ileso, pero ocho personas murieron.

La rápido ofensiva talibán ha suscitado preocupación internacional. Esta semana durante una reunión del Consejo de Seguridad de la Organización de las Naciones Unidas, la emisaria de la ONU en Afganistán, Deborah Lyons, instó a los talibanes a “cesar” esos “ataques contra las ciudades”.

Además, Lyons pidió al Consejo que lance una advertencia “inequívoca”.

En tanto, el gobierno británico pidió a todos sus ciudadanos en Afganistán salir inmediatamente del país ante el agravamiento de la situación de seguridad”.