La crisis que dejó la rebelión del grupo Wagner en Rusia saca a la luz un complejo escenario en el que se mueven decenas de miles de efectivos paramilitares que realizan el "trabajo sucio" para Rusia, los que además son impulsados y permitidos por el Kremlin. Ahora pareciera que esta eficaz pero peligro táctica militar se les volvió en contra.

El grupo de mercenarios Wagner es solo el más importante, visible y reconocido de un enorme entramado de empresas paramilitares rusas desplegadas por el mundo, al servicio de Vladimir Putin.

Son aproximadamente una treintena -la mayoría con más de 500 efectivos y algunas con decenas de miles- desplegadas por distintos países.

Según lo indicó El País, una veintena combaten o trabajan en la guerra de Ucrania, pese a que el artículo 359 del Código Penal ruso prohíbe estas actividades.

La que durante años ha sido una herramienta para extender la influencia política, económica y diplomática de Moscú en el extranjero, muestra sus debilidades.

El plan del líder de Wagner, Yevgueni Prigozhin, era hacerse con el control de todas esas milicias al momento de intentar una rebelión.

Luego quería ganar poder e influencia con altos funcionarios del Kremlin y derribar al ministro de Defensa, Serguéi Shoigú.

Según lo ha detallado la prensa internacional, este último sería su más grande objetivo.

Así lo cree Igor Tishkevich, investigador del Ukrainian Institute for the Future.

Wagner no es la única fuerza de paramilitares de Putin

Este experto explica a El País que el Kremlin teme perder el control ante la influencia de esas compañías paramilitares.

Se trata de grupos ilegales pero permitidas e impulsadas por Putin y su entorno, en medio de un caldo de cultivo idóneo para que sigan ganando notoriedad.

Ese clima favorable se apoya sobre la existencia de decenas de miles de veteranos del frente de batalla.

A esto se suman los menores costes sociales que implica emplear a mercenarios, su papel fundamental para incrementar la presencia rusa en África o la dependencia de las grandes compañías rusas de estos aparatos de seguridad privados.

El reciente intento de regularizar este mercado de mercenarios es ahora el detonante de la actual crisis en Rusia.

Según se detalló, se intentó obligarlos a firmar un contrato con el Ministerio de Defensa, lo que se suma a las dudas del ejército en la campaña ucrania.

El objetivo de Moscú, según el experto, es “tarde o temprano” legalizar estas empresas “como la manera más sencilla de ganar control sobre la industria”.

Hasta ahora, según las informaciones de este analista, solo cuatro han aceptado. Ahí, señala, pretendía Prigozhin hacerse fuerte.