Tras cinco meses de movilización, miles de “chalecos amarillos” salieron a las calles en el 23º sábado consecutivo de protestas, dando lugar a escaramuzas y enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes, que se saldaron con más de 200 detenciones.

La policía cargó en varias ocasiones contra los manifestantes con granadas de dispersión y gases lacrimógenos en un gran bulevar del centro de la capital, entre las plazas de la Bastilla y de la República de la capital.

A media jornada, la policía había detenido a 227 personas en París y había practicado más 20.500 controles preventivos, según la policía. A las 19H00, se había decretado detención preventiva para 178 personas en la capital, incluyendo seis menores, según la fiscalía.

Según el recuento de las autoridades a las 19H00, unos 27.900 “chalecos amarillos” se manifestaban en Francia, 9.000 de los cuales en París.

El sábado anterior, 31.100 personas se manifestaron en todo el país, y 5.000 de ellos en la capital, según cifras oficiales, rebatidas por el movimiento de los “chalecos amarillos”.

“Vivir dignamente”

La manifestación en París empezó con calma, con las tradicionales reivindicaciones a favor de un alza del poder adquisitivo y más democracia directa. Otra marcha, que partió de la basílica de Saint Denis, al norte de la ciudad y mucho menos numerosa, se desarrolló sin el menor incidente, constató la AFP.

“Queremos vivir dignamente. Yo tengo mi pensión pero estoy aquí por las generaciones futuras”, afirmó Joël Blayon, pescador jubilado.

En el ambiente, a unos días de que el jefe del Estado, Emmanuel Macron, desvele las medidas que pretende tomar tras su gira por todo el país, reinaba la desconfianza.

El presidente explicará su programa el próximo jueves, tras haber retrasado el anuncio a causa del incendio en la catedral de Notre Dame, el lunes.

El incendio de Notre Dame también estuvo presente en las protestas, especialmente por los cientos de millones de euros prometidos para la reconstrucción del templo. “[Que se dedique ese dinero a Notre-Dame] es algo bueno, pero cuando vemos cuánto se puede desbloquear en solo unas horas…”, comentaba Jean-François Mougey, trabajador jubilado de la compañía de ferrocarriles SNCF, procedente de Mulhouse (este).

“Me gusta mucho Notre Dame, soy católico, pero el mayor de los patrimonios son la mano y la cabeza que trabajan”, insistía Jean-Marie, un profesor jubilado llegado desde Auxerre (centro).

“Bien valemos una catedral”

“Bien valemos una catedral”, proclamaba una pancarta de un “chaleco amarillo” de Montpellier (sur), escenario de altercados, como otras ciudades, en este acto 23.

En Burdeos (suroeste), plaza fuerte del movimiento, una pequeña multitud se reunió en la plaza de la Bolsa antes de iniciar la marcha, mientras que la policía bloqueó el acceso a las calles del centro.

En Toulouse (sur), miles de personas se reunieron en una céntrica plaza. “Tengo miedo pero eso no impidió que viniera”, aseguró Claudine Sarradet, jubilada.

En Marsella (sur), cerca de un millar de “chalecos amarillos” se concentraron para manifestarse en el Viejo Puerto.

En la ciudad septentrional de Lille, varios cientos de personas se manifestaron pacíficamente. “Macron no puede dar respuestas porque no quiere cambiar de política, esa de ‘todo para los ricos"”, declaró Stéphanie, 27 años y ama de casa.

Según una fuente de la policía, entre 200 y 300 personas se manifestaron en Ruán (norte), pese a que estaba prohibido.

Como en semanas anteriores, las autoridades prohibieron las manifestaciones en los lugares emblemáticos de varias ciudades, como la avenida de Campos Elíseos o las inmediaciones de Notre-Dame, en París, adonde varios “chalecos amarillos” pretendían llegar.

Más de 60.000 policías y gendarmes fueron movilizados en todo el país, según el ministro de Interior, Christophe Castaner, que el viernes afirmó temer la vuelta de los “vándalos”.