El mar de Azov, en el centro de una escalada entre Rusia y Ucrania, es un pequeño mar crucial para las exportaciones de cereales y acero producidos en el este de Ucrania, unido al mar Negro por el estrecho de Kerch.

El mar menos profundo del mundo

Con una profundidad máxima de 14 metros, el mar de Azov es el mar menos profundo del mundo, con una rica fauna que incluye 300 variedades de invertebrados y cerca de 80 variedades de peces, incluyendo sardinas y anchoas.

También contiene yacimientos de gas y es un punto de cruce importante para el transporte de mercancía y pasajeros.

Entre Crimea y Donbass

Con una superficie de 37.600 km2, está rodeado en el norte y el oeste por Ucrania, en el suroeste por Crimea, anexada por Moscú en 2014 y en el este por Rusia.

Las aguas poco profundas del mar de Azov bañan también el sur de Donbass, región ucraniana donde el conflicto armado con los separatistas prorussos dejó más de 10.000 muertos en cuatro años. De hecho, la autoproclamada república popular de Donetsk controla algunos kilómetros de su litoral.

Obstáculos a la navegación

Rusia reivindica el control de las aguas frente a la costa de Crimea desde la anexión de la península en 2014. Tanto Kiev como los países occidentales acusan a Moscú de “impedir” de manera deliberada la navegación de navíos comerciales a través del estrecho de Kerch.

En 2003, los presidentes ruso y ucraniano de la época, Vladimir Putin y Leonid Koutchma, habían concluido un acuerdo que preveía “la gestión conjunta” del mar de Azov y del estrecho de Kerch, considerados como “las aguas interiores de Ucrania y de Rusia”.

Sin embargo, este documento no regulaba la delimitación de la frontera marítima entre ambos países, haciendo referencia a otros acuerdos. En 2006, Moscú acusó a Kiev de impugnar los acuerdos.

Controvertido puente


Las tensiones se reavivaron en 2016 con la construcción por parte de Moscú de un controvertido puente de 19 kilómetros sobre el estrecho de Kerch para conectar la Crimea anexada con Rusia.
La estructura fue inaugurada en mayo de 2018 por el propio Vladimir Putin al volante de un camión.

Ya en 2017, la instalación de sus arcos había “cerrado el camino a algunos de los barcos, demasiado grandes para pasar por debajo”, según Oleksander Oliïnyk, director del puerto de Mariupol.

Este año, los guardias fronterizos rusos comenzaron a detener barcos, oficialmente para controles, provocando protestas.

Mariupol asfixiada

Última gran ciudad bajo control de Kiev en el este, el puerto de Mariupol (cerca de 500.000 habitantes en 2015) era, antes de la guerra, uno de los grandes puertos de Ucrania y un importante destino balneario, donde iban las familias por sus aguas poco profundas.

Desde el inicio de los controles rusos impuestos a los navíos, la actividad del puerto, clave para las exportaciones ucranianas, está en parte paralizada.

En los primeros siete meses del año, los ingresos procedentes de los puertos de Mariupol y Berdyansk, el otro gran puerto ucraniano en el Mar de Azov, cayeron casi una cuarta parte en comparación con el mismo período de 2017, según medios ucranianos.