Estados Unidos impuso sanciones el miércoles a dos altos funcionarios turcos, por la detención de un pastor estadounidense que enfrenta cargos de terrorismo, presionando a Ankara para que libere al prisionero en medio de una aguda disputa diplomática.

La medida que afecta al ministro de Justicia, Abdulhamit Gul, y al ministro del Interior, Suleyman Soylu, incrementó las tensiones entre los aliados de la OTAN. En respuesta, Ankara prometió tomar represalias por las medidas ante lo que denominó una “actitud agresiva”.

Andrew Brunson, que condujo una iglesia Protestante en la ciudad de Izmir (oeste), en el mar Egeo, fue puesto bajo arresto domiciliario la semana pasada después de casi dos años de cárcel por acusaciones de espionaje y apoyo a grupos terroristas. Si es declarado culpable, podría enfrentar hasta 35 años de cárcel.

“No hemos visto evidencia de que el pastor Brunson haya hecho algo malo, y creemos que es víctima de un injusto e injustificado tratamiento por parte del gobierno de Turquía”, dijo a los periodistas la portavoz de la Casa Blanca, Sarah Sanders.

“Por instrucción del presidente, el Departamento del Tesoro está sancionando al ministro de Justicia y al ministro del Interior de Turquía, quienes desempeñaron papeles importantes en el arresto y la detención del pastor Brunson”, señaló.

Las sanciones congelan cualquier propiedad o activo de los ministros en territorio estadounidense, y prohíben a los ciudadanos estadounidenses hacer negocios con ellos.

El Ministerio de Asuntos Exteriores turco no tardó en responder: “No hay duda de que esto dañará en gran medida los esfuerzos constructivos que se están realizando para resolver los problemas entre los dos países”, dijo en un comunicado.

“Sin demora, habrá una respuesta a esta actitud agresiva que no servirá de nada”, subrayó, para agregar: “Hacemos un llamamiento a la administración de Estados Unidos para que de marcha atrás en esta decisión errónea”.

El secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, habló el miércoles con su contraparte turca, Mevlut Cavusoglu, y tiene planes de reunirse la próxima semana para exigir la liberación de Brunson, según el departamento de Exteriores.

“Turquía conoce bien nuestra posición: el pastor Brunson debe ser liberado de su arresto domiciliario y devuelto a casa”, dijo a periodistas la portavoz de Pompeo, Heather Nauert. “Esto ha ido demasiado lejos”, indicó.

El presidente Donald Trump había advertido sobre las sanciones el jueves en su cuenta de la red Twitter, calificando a Brunson como “un cristiano formidable, hombre de familia y maravilloso ser humano”.

“Detención injustificada”

El pastor, que vive en Turquía desde hace unos 20 años, fue detenido en octubre de 2016, acusado por las autoridades turcas de haber actuado por cuenta de la red del predicador musulmán en Estados Unidos, Fethullah Gülen. Ankara le imputa a Gülen, a pesar de sus desmentidas, la responsabilidad del fallido golpe de Estado de 2016.

Según el gobierno, Brunson también habría actuado por cuenta del Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, rebeldes kurdos), considerado un grupo terrorista por Turquía.

El pastor rechaza todos los cargos en su contra y sus defensores alegan que el caso está basado sobre la palabra de testigos cuestionables. Su próxima audiencia es el 12 de octubre.

El vicepresidente estadounidense, Mike Pence, también cristiano evangélico, ha declarado a Brunson “víctima de una persecución religiosa”.

Pero el presidente, Recep Tayyip Erdogan, replicó que Turquía no tiene el “menor problema contra las minorías religiosas” y acusó a EEUU de tener una “mentalidad evangelista, sionista”, y usar un “lenguaje lleno de amenazas”.

Brunson es una de decenas de miles de personas detenidas durante el estado de emergencia declarado por Erdogan, tras el golpe fallido en 2016.

El caso empeoró los lazos entre Estados Unidos y Turquía, que ya eran tensos por el apoyo estadounidense a una milicia kurdosiria en Siria, y al rechazo de Washington de extraditar a Gülen, instalado en su país.

A su vez, Ankara disgustó a Washington al encarcelar a dos empleados turcos de los consulados estadounidenses en el país.

Las sanciones a los ministros turcos alimentan el conflicto. Ambos fueron acusados de liderar organizaciones detrás de “serios abusos a los derechos humanos”.