En diciembre de 2014, un tribunal de Carolina del Sur determinó que el niño de 14 años, George Junius Stinney, no debió ser condenado a muerte, luego de que un jurado compuesto por 10 hombres blancos lo sentenciara a la silla eléctrica en una deliberación que no duró más de 10 minutos.

La decisión de la jueza Carmen Tevis Mullen en 2014, no se refiere a si Stinney era culpable de los delitos que se le imputaron, sino a que el proceso legal al que fue sometido fue totalmente injusto.

El caso de este niño representa de algún modo la situación histórica que han experimentado las personas afroamericanas en Estados Unidos, especialmente en materia judicial y policial, recibiendo penas más altas por crímenes similares, en comparaciones a personas blancas, de acuerdo a cifras del FBI.

Una “tensión racial” que ha aumentado en los últimos días, con el asesinato de dos afroamericanos por parte de la policía, más cuando varios videos mostraban que los fallecidos estaban enfrentándose con los agentes.

Con sólo 14 años, Stinney se transformó el 16 de junio de 1944 en la persona más joven que sido sentenciado a la pena de muerte en Estados Unidos.

En su momento, el menor de edad fue acusado de asesinar a 2 niñas, Betty June Binnicker (11) y Mary Emma Thames (8) en el Condado de Clarendon, Carolina del Sur, tras ser sindicado como la última persona que vio con vida a las víctimas.

Ambas niñas fueron asesinadas el 24 de marzo de 1944 y un día después de que se hallaran sus cuerpos, se detuvo a Stinney.

Según una nota publicada por el Washington Post, la policía de Carolina del Sur habría dado como prueba en contra de Stinney una supuesta confesión, de la que nunca hubo registro, más que la palabra de los oficiales, donde el niño también admitía que había cometido el delito para tener sexo con una de sus víctimas.

“(La policía) estaba buscando a alguien a quien echarle la culpa, por lo que utilizaron a mi hermano como chivo expiatorio”, señaló en alguna ocasión Amie Ruffner, hermana de George.

Con la supuesta confesión, el niño fue sometido a juicio -el que duró casi 2 horas- para que después un jurado compuesto por 10 hombres blancos lo sentenciara a la silla eléctrica, hechos que se registraron el 24 de abril de 1944.

En el juicio contra Stinney sólo se presentaron 6 testigos, de los cuales 3 eran policías que sólo habrían mostrado como prueba la supuesta confesión, otro fue la persona que encontró los cadáveres de la niña y dos médicos forenses, ninguno vio al niño con las víctimas.

La única persona que podría haber declarado en el tribunal era Amie, quien asegura que estaba con su hermano cuando ocurrió el crimen, pero no se pudo presentar ante la justicia, debido a que una turba la intentó linchar y debió huir del lugar donde vivía su familia.

La defensa de Stinney también fue cuestionada, pues su abogado era un político local y en esos años, en Carolina del Sur sólo votaban hombres blancos, también los únicos capacitados para formar parte de un jurado.

El profesional no apeló a la sentencia contra su defendido ni tampoco llamó a testigos que pudiesen sostener la inocencia de Stinney.

Ejecución

Al momento de ser sentado en la silla eléctrica, Stinney pesaba sólo 44 kilos y medía 1,55 metros, por lo que debió ocupar una biblia para acomodarse, explica diario El Mundo de España.

Además, la funda que usaron en el niño le quedaba evidentemente grande, por lo que al recibir la primera descarga de 2.400 voltios, la prenda se cayó y quedó al descubierto el rostro con lágrimas de Stinney.

Los carcelarios, en un acto casi de compasión, volvieron a ponerle la capucha y se la ajustaron con mucho cuidado, realizaron dos nuevas descargas y George Junius Stinney fue declarado oficialmente muerto, tras ser ejecutado por el estado de Carolina del Sur.

Certificado de muerte de Stinney

South Carolina Department of Archives and History
South Carolina Department of Archives and History