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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

La familia Park, de Corea del Norte, logró huir hacia la libertad tras una travesía de miles de kilómetros enfrentando duras adversidades y condiciones extremas. La la Park y su hijo relatan la odisea desde el régimen de Kim Jong Un hacia China, con el temor constante de ser capturados y ejecutados, estando preparados incluso hasta para ingerir veneno si fuera necesario. Tras pasar por Laos, enfrentaron las consecuencias del congelamiento en sus pies.

Corea del Norte es uno de los países más represivos del mundo. Su aislamiento con el exterior es tal que quienes deciden escapar del régimen de Kim Jong Un deben enfrentar condiciones extremas de supervivencia. Ese es el caso de una familia norcoreana que recorrió miles de kilómetros para alcanzar la libertad.

La señora Park y su hijo decidieron que debían salir de Norcorea de cualquier manera. Danny Vincent, ahora periodista de la BBC, grabó cómo realizaron parte de esa hazaña hace 10 años.

“Tenía que irme, incluso si eso significaba morir”, dice la mujer que enfrentó duras adversidades y terrenos montañosos gélidos en su camino desde Corea del Norte hacia China.

Sentía como si tuviera ají picante bajo la piel. Era un dolor constante”, recuerda.

Pero ya no tenían opción: si los atrapaban, debían enfrentar la casi segura ejecución, o la cárcel con severos castigos.

Andy, su hijo, cuenta que un momento ella “se sentó y se desplomó. Me di cuenta de que estábamos en problemas”.

Y en otra ocasión en que abordaron un autobús cuenta que corrieron con suerte: “El autobús pasó y lo miraron. Pero ni siquiera nos detuvieron y simplemente nos dejaron pasar”.

Cabe mencionar que el número de desertores norcoreanos ha disminuido abruptamente en la última década.

Las estimaciones señalan que, desde la pandemia por COVID-19, solo unas 20 personas han logrado huir de Corea del Norte.

En lo que va de 2025, se han contabilizado al menos tres casos de norcoreanos que han conseguido escapar hacia Corea del Sur a través de la llamada ‘Zona desmilitarizada’, una de las fronteras más peligrosas del mundo. Entre ellos, se encuentra un soldado del régimen, según reportaron medios internacionales el pasado 19 de octubre.

La represión y control en Corea del Norte

En las zona limítrofe hay una orden de disparar a matar, lo que refleja la dificultad de poder huir del régimen. Según la ONU, en Norcorea se han perpetrado violaciones de derechos humanos (DDHH) similares a los realizados durante la Alemania Nazi.

La familia Park, al igual que quienes han logrado escapar, cuentan que la brutal represión, el control ideológico y la vigilancia se han intensificado en los últimos años.

“Tenía que irme aunque eso significara morir. Sabíamos que ya no podíamos vivir ahí”, dice la señora Park, cuyas dos hijas consiguieron desertar unos años antes hacia Corea del Sur.

Familia que de Corea del Norte que huyó
La familia Park en Corea del Norte | Captura de video/ BBC | Edición BBCL

De esta manera, fue en 2014 que la mujer y su hijo también decidieron escapar.

“Nuestro contacto no apareció en el punto de encuentro”

“Después de cruzar el río, cuando miré hacia Corea del Norte, me di cuenta de que no podía volver allí“, comenta Andy.

“Recuerdo que pensé que primero deberíamos refugiarnos en la montaña. Si nos quedábamos en la ruta nos podrían atrapar”, asevera.

No obstante, cuando “subimos las montañas, pero nuestro contacto no apareció en el punto de encuentro“.

Debido a eso, la señora Parka afirma que “no tuvimos más remedio que deambular hasta encontrar nuestro camino”.

“Mientras deambulábamos por las montañas, perdimos la noción del tiempo y pasamos dos noches y tres días allí”, agrega.

“Y por la noche, la temperatura bajó a -30°C. Al anochecer parecía que los animales podían percibir el olor humano”, describe.

“Los lobos aullaban. Sentí como si un lobo se abalanzaba sobre nuestras espaldas. Caminé con miedo. Empecé a pensar en la muerte”, precisa la mujer.

La incertidumbre fue tal que “le dije a mi hijo que siguiera adelante, ya que parecía que ambos moriríamos. Pero me abrazó fuerte y lloró, preguntándome cómo podía dejarme sola en un lugar tan remoto“, dice conmocionada.

Estábamos desesperados, así que bajamos al pueblo, donde llamamos a la puerta de alguien y nos metieron dentro”, añade.

Ya habían cruzado hacia China tras 3 noches en la nieve. Pero ambos estaban sufriendo de congelación y necesitaban ser atendidos urgentemente. Sin embargo no tenían documentación, por lo que no podían arriesgarse a ser descubiertos por las autoridades del gigante asiático, ya que eso significaba ser devueltos y, altamente probable, la muerte.

“Guardamos pastillas de veneno entre los dientes”

El objetivo era llegar a un refugio en Laos (país asiático), a más de 3.000 kilómetros de distancia de Corea del Norte, desde luego sin ser detectados en China.

Cabe mencionar que la política de Pekín consiste en devolver a los desertores norcoreanos, quienes en su mayoría son condenados a muerte.

Danny Vincent conoció a la familia Park antes de que trabajara para la mencionada cadena británica de medios.

Imagina lo doloroso que sería que te golpeen hasta morir. Llevaba las pastillas de veneno en la mano. Mi hijo y yo agarramos una cada uno y empezamos a caminar”, dice la mujer mientras las muestra al reportero.

“Pensábamos que si nos atrapaban las autoridades chinas, las tomaríamos y moriríamos. Las guardamos entre los dientes“, reconoce.

“En el caso de que nos capturaran y no pudiéramos mover las manos, las masticaríamos y las tragaríamos”, agregó Andy.

En su viaje tuvieron fortuna: consiguieron recibir ayuda de residentes locales y, a través de una red clandestina que asiste a desertores, se pudo organizar una viaje junto con un médico para llevarlos a través de China.

El reportero viajó con ellos y documentó parte de la travesía.

3.000 kilómetros para alcanzar la libertad: la impactante historia de una familia de Corea del Norte
La señora Park junto a su hijo Andy en 2014 | Captura de video | BBC

“Esta carretera es casi como una pista de aterrizaje en un aeropuerto”, mencionó Andy en las imágenes compartidas por Vincent al citado medio.

“Es tan brillante”, señaló la mujer. “Es increíble”, añadió su hijo.

“No se puede evitar el lavado de cerebro en Corea del Norte”

En cuanto a Norcorea, en el régimen “dicen que es un país fuerte, un país socialista poderoso. Así es como funciona el lavado de cerebro. Es lo mismo que la propaganda. Así que los norcoreanos, incluidos los niños, no pueden evitar que les laven el cerebro“, cuenta la señora Park.

“En Corea del Norte hablan de la gente, pero en realidad se aprovechan de la gente. Aún así, ¿Cómo iba a saber la diferencia? Kim Il Sung, Kim Jong Il, Kim Jong Un”.

Pararon en una gasolinera. Andy, que entonces tenía 29 años, vio juguetes en el lugar. Nunca los había visto.

Luego siguieron el viaje. No podían quedarse en un mismo sitio por mucho tiempo. No querían correr el riesgo de ser descubiertos por las autoridades chinas y ser devueltos de Corea del Norte.

Pies congelados

Los Park tenían los pies congelados. Pero ese no era el mayor problema: caminaron varias horas por zonas montañosas, siempre temerosos de ser atrapados por patrullas fronterizas.

Lograron llegar al pequeño refugio en Laos. Sin embargo, para entonces las consecuencias del congelamiento ya eran evidentes.

Así fue que cuando los llevaron a una clínica, les entregaron las desalentadoras noticias: a la señora Park se le debía amputar todos los dedos de los pies.

Tengo suerte de estar viva. Así es como he conseguido aceptarlo. Tengo que aceptar cómo han resultado las cosas. El daño ya está hecho”, destaca.

Luego de una década desde todo lo vivido y la doble amputación, la mujer aprendió adaptarse a su discapacidad. Ha podido desempeñar laborales cotidianas, como trabajar algunos días de la semana.

“¿Qué podemos hacer?”

“Los desertores no vinieron aquí a traicionar a su país, sino que vinieron porque son seres humanos y anhelan una vida mejor. No traicionamos a nuestro país, esa es la verdad“, sostiene la señora Park.

“Aunque nos llamen traidores, ¿Qué podemos hacer?”, agrega.

Su hijo Andy ha elegido convertirse en artista, para así plasmar su visión de las dos Coreas (Norte y Sur) en sus obras.

Mi idea es mostrar las diferentes emociones que se experimentan en la Zona Desmilitarizada. Una que refleje la perspectiva desde Corea del Norte y otra desde Corea del Sur, y que ambas posturas coexistan“.

El mensaje que quiero transmitir es que la Zona Desmilitarizada se ve diferente desde fuera. Ese es el concepto básico en el que estoy trabajando actualmente”.

Así como otros norcoreanos, la señora Park y su familia han encontrado en Seúl, capital de Corea del Sur, un nuevo hogar.

Han escapado de uno de los países más represivos del mundo, un logro que cada vez es más difícil de conseguir para los ‘desertores’.

“Este pequeño país del tamaño de un frijol se ha dividido en dos. Y la gente del Norte vive miserablemente, mientras que la del Sur no tiene nada que envidiarle“.

“No nos separemos nunca más. Volvamos a vivir juntos”, le dijo a sus hijas luego del reencuentro tras lograr la hazaña de huir del régimen de Kim Jong un.

“Abracé a mis dos hijas y no pude hablar. Acerqué mi cara a las mejillas de mis dos hijas y las abracé“, recuerda, un momento que quedó captado por el actual reportero de la BBC.

La frontera terrestre entre las dos Coreas tiene una longitud de 248 kilómetros de largo, además de 4 de ancho. A esto se suma que está repleta de minas antipersonales, trampas y cercados con alambres. Los soldados norcoreanos pueden abrir fuego contra quienes consideren fugitivos.

Puedes revisar el reportaje completo (y documentado) a continuación: