Cinco meses después del golpe militar, la violencia continúa en Birmania. Al menos 860 civiles han sido asesinados, los combates se extienden por todo el país, y los grupos étnicos, que desafiaban la autoridad del gobierno central, han vuelto a tomar las armas.

Se ha añadido un nuevo elemento: la creación de milicias de autodefensa en varias localidades, que se están movilizando contra el ejército birmano.

A pesar de la represión instaurada por la Junta, las nuevas milicias de “autodefensa” han conseguido lanzar ataques localizados contra los militares birmanos. La consecuencia, advierte la ONG International Crisis Group en un informe publicado el lunes 28 de junio: ahora existe un gran riesgo de que la población sufra “represalias indiscriminadas” por parte del Tatmadaw, nombre oficial del ejército gubernamental. Esto provocaría el desplazamiento de miles de personas.

“Varios de estos grupos se han formado como reacción a la brutal represión de las manifestaciones pacíficas por parte del ejército birmano”, explica Richard Horsey, investigador del International Crisis Group y especialista en Birmania, en declaraciones a Radio Francia Internacional.

Estas milicias también se han creado “en las zonas rurales, donde los agricultores, los aldeanos y los cazadores se han unido para proteger a sus comunidades. Muy a menudo, sólo están armados con rifles de caza o equipos caseros, pero conocen muy bien su entorno, lo que les da ventaja sobre los militares”, agrega.

Estas milicias de “autodefensa” han infligido grandes bajas a las tropas birmanas, llevando este ciclo de violencia a una nueva dimensión. “Algunas de estas milicias están llevando a cabo ataques de comandos, asesinando a funcionarios del gobierno, colocando bombas y utilizando técnicas de guerrilla para desestabilizar el régimen”, dijo Horsey.

230.000 desplazados

Las represalias del régimen ya han desplazado a decenas de miles de hombres, mujeres y niños. “Pero los verdaderos interrogantes son para el ejército birmano”, afirma el investigador de International Crisis Group.

“¿Cuándo dejarán de atacar a los civiles? ¿Cuándo respetarán el derecho internacional y la voluntad del pueblo? Es muy poco probable que renuncien al poder, pero eso es lo que quiere la mayoría del pueblo”, recalca.

Unas 230.000 personas han sido desplazadas por los combates en el país y necesitan ayuda, según advirtió la ONU la semana pasada. El precio de los combates ha sido alto para las comunidades de las zonas del norte de Birmania, como los estados de Kachin y Shan, donde los ejércitos de las minorías étnicas tienen un largo historial de hostilidades con el ejército birmano, informa la Deutsche Welle.

Las operaciones de ayuda se han visto obstaculizadas por los enfrentamientos armados y la violencia, según la ONU. “Las redes locales y las agencias humanitarias no pueden asistir adecuadamente a estas personas -señala el International Crisis Group-, debido al acceso restringido y a las medidas coercitivas, que incluyen detenciones por parte de los militares, confiscación de suministros y asesinatos de quienes intentan prestar ayuda”.