Los expertos de la misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) encargada de investigar los orígenes del coronavirus SARS-CoV-2 empezaron hoy a abandonar China, país que consideraron “el inicio del camino” para desentrañar la procedencia del virus.

“El equipo está trabajando hasta la partida (desde China). Es solo el comienzo del camino, con mucho trabajo por hacer después de las pistas de nuestros colegas en China. Muy orgulloso de nuestros logros y realista sobre lo que queda”, dijo hoy el zoólogo británico Peter Daszak, miembro de la misión, en la red social Twitter.

De paso, Daszak puso en duda las informaciones de la inteligencia de Estados Unidos sobre la pandemia, que sigue obligando a una parte del mundo a mantener las restricciones. “No se fíen demasiado de los servicios de inteligencia estadounidenses”, que son “erróneos en muchos aspectos”, tuiteó.

También Marion Koopmans, viróloga holandesa con quien Daszak se desplazó hasta el aeropuerto de Wuhan, se declaró “exhausta” a través de Twitter, pero celebró el trabajo realizado durante los 27 días que los investigadores pasaron en la ciudad de Wuhan (14 de ellos, de cuarentena) al tiempo que manifestó que tiene “muchas ganas de (dar) los siguientes pasos”.

En la misma línea se mostró la epidemióloga danesa Thea K. Fischer, que consideró en la misma red social “una experiencia única” haber formado parte de la misión que ayer, en rueda de prensa, apuntó a dos teorías preliminares sobre los orígenes del virus: a través de un animal que ejerciera de huésped intermedio hasta los humanos o por medio de algún alimento congelado.

¿Una investigación “política”?

Esta última es una teoría que China ha defendido reiteradamente en los últimos meses, a raíz de la detección de restos del virus en algunos productos congelados importados por el gigante asiático.

Pekín ha intentado sacudirse la responsabilidad de un posible inicio de la pandemia en su territorio (los primeros casos se detectaron en Wuhan en diciembre de 2019) y ha apuntado a otras posibilidades, mientras que varios países, entre ellos los Estados Unidos de Donald Trump, acusaron con frecuencia a China de la situación sanitaria internacional.

Este contexto ha hecho, en palabras de Peter Daszak, que el equipo tuviera que llevar a cabo sus pesquisas en un ambiente muy cargado políticamente.

Los expertos de la OMS trabajaron varias semanas en Wuhan, ciudad del centro de China donde se registraron los primeros casos de covid-19 en diciembre de 2019, en medio de fuertes presiones. Por un lado de Estados Unidos, que exigía una “sólida” investigación, y por otro de China, cuyas autoridades advirtieron contra la politización de la misión.

El martes, los expertos explicaron en una rueda de prensa que no han encontrado la especie o especies animales que pudieron transmitir el virus a los seres humanos y descartaron prácticamente la hipótesis de que el virus pudiera haberse ‘escapado’, involuntariamente o no, del Instituto de virología de Wuhan, como sugirió el expresidente estadounidense Donald Trump.

Horas después, el portavoz del Departamento de Estado norteamericano, Ned Price, afirmó que “en lugar de fiarnos de conclusiones que pueden estar motivadas por cualquier cosa salvo por la ciencia, queremos ver donde nos conducen los datos y la ciencia, y sobre eso se basarán nuestras conclusiones”.

Este miércoles un portavoz del ministerio chino de Relaciones Exteriores, Wang Wenbin, afirmó que su país iba a cooperar con la OMS de manera “abierta y transparente”.

Wang pidió a Washington que hiciera lo mismo y confió en que los expertos de la OMS también puedan investigar en Estados Unidos sobre el origen de la pandemia.

La ciencia y la industria

La pandemia ha dejado en todo el mundo más de 106 millones de contagiados y la aparición de las variantes brasileña, británica y sudafricana del virus han acelerado los casos en muchos países.

En Europa, donde hay más de 777.000 fallecidos y 34 millones de contagios, las restricciones se mantienen o aumentan.

Este miércoles, el gobierno alemán presentará a las regiones un plan para mantener el confinamiento parcial al menos hasta el 14 de marzo debido a la presencia en el país de las nuevas variantes.

En el Reino Unido, donde ya hay más de 113.000 muertos, se obligará a los viajeros que entren en su territorio a someterse a dos pruebas PCR durante los 10 días de cuarentena obligatoria.

España, que superó este martes los tres millones de casos registrados, anunció también la prolongación hasta el 2 de marzo de las limitaciones impuestas a los vuelos procedentes del Reino Unido, Brasil y Sudáfrica, donde se detectaron nuevas variantes.

Frente a estas restricciones, que provocan una hecatombe económica traducida en cifras y otros efectos más difíciles de medir, como descontento social y problemas psicológicos, la vacunación intenta acelerarse.

Este miércoles, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, admitió que la ciencia había ido por delante de la industria.

Es decir, las vacunas contra el coronavirus se concretaron en un tiempo récord, pero la fabricación y distribución registra numerosos obstáculos en Europa y en todo el mundo.

Este miércoles, el laboratorio alemán BioNTech empezó a producir su vacuna contra el coronavirus desarrollada con Pfizer en una nueva fábrica de Marburgo, en el centro-oeste del país, para aumentar la oferta.

Von der Leyen admitió que el hecho de que la Unión Europea (UE) negociara en nombre de todos sus miembros la compra y distribución de vacunas fue un proceso con errores, pero lo defendió, ya que si no los países con menos recursos de Europa se habrían quedado sin dosis.

Unidos por la vacuna

Si se toma un mapa del mundo y se marcan los países que ya han empezado a vacunar, la desigualdad salta a la vista. Un 64% de los 135 millones de vacunas inyectadas se administraron en países ricos, en los que solo vive un 16% de la población del planeta.

En América Latina, donde los fallecidos por covid-19 superan los 620.000, Perú, uno de los países más golpeados, inició el martes la inmunización, dos días después de que llegaran las primeras 300.000 dosis de la farmacéutica china Sinopharm.

En Chile, más de un millón de personas recibieron ya al menos una dosis, seis días después de que comenzara el proceso de inmunización masiva en adultos mayores, según cifras oficiales.

“Tenemos un millón de razones (…) para estar contentos”, dijo en Twitter el presidente Sebastián Piñera.

En Brasil, donde hay ya 233.000 fallecidos por la pandemia, decenas de empresas y ONGs lanzaron el martes una iniciativa llamada “Unidos pela Vacina” (Unidos por la vacuna) para ayudar a las autoridades brasileñas a acelerar la campaña de vacunación e intentar inmunizar a toda la población contra el covid-19 “antes de fines de septiembre”.

“Septiembre es una meta osada, pero unidos conseguiremos salvar vidas y rescatar la economía”, dijeron los impulsores de esta iniciativa.

Políticos y científicos están divididos ante la idea de crear un “pasaporte de vacunación” del covid-19. Para algunos es una necesidad, en términos económicos, para otros, afrenta a las libertades y muchos científicos invitan a no precipitarse debido al poco conocimiento que se tiene todavía de las vacunas.