Los europeos van a reevaluar su presencia militar en Malí donde combaten el terrorismo, a raíz de la expulsión del embajador francés en Bamako. La relación entre el gobierno maliense y Francia ya se había deteriorado mucho desde la llegada al poder de los militares.

Los europeos y en particular el gobierno francés, enfrentan el reto de continuar su misión contra los yihadistas en el Sahel, donde se suceden los golpes de Estado y aumenta el recelo hacia el antiguo colonizador francés.

El grado de confianza entre París y Bamako es prácticamente nulo. Todo fue a peor con los dos golpes de Estado, primero en 2020 que sacó del poder a Ibrahim Bubacar Keita y luego en 2021 cuando el jefe de la junta, Assimi Goita, tomó las riendas del país. En ese momento, el presidente francés, Emmanuel Macron, había denunciado: “un golpe de Estado en el golpe de Estado inaceptable”.

Desde entonces, la tensión no ha hecho más que aumentar hasta la expulsión del embajador, un episodio que podría marcar el final de la presencia militar europea en ese país contra el yihadismo, con la operación Barkhane, pilotada por Francia, que tiene a 4.000 militares en el Sahel.

El gobierno de Malí parece cada vez más hostil a la presencia de los europeos. El 24 de enero exigieron a un contingente de soldados daneses que se volvieran a su país. Y la junta militar, detrás de dos golpes de Estado en 2020 y 2021, anunció el lunes la expulsión del embajador francés en Bamako ante las recientes declaraciones “hostiles” de responsables galos.

La canciller alemana, Annalena Baerbock dijo este miércoles que hay que reevaluar la ayuda militar a Malí. Su par francés fue más allá: “El combate contra el terrorismo continuará en el Sahel, con el acuerdo de otros países de la región y el apoyo de los países del Golfo de Guinea”, dijo Jean-Yves Le Drian, abriendo aún más la puerta a la retirada de la fuerza francesa antiyihadista de Malí.

Noruega renunció este martes a enviar un pequeño contingente, por la falta de acuerdo con la junta. Alemania, por su parte, aseguró que mantendrá su presencia en el país en el marco de una misión de formación de la Unión Europea y otra de la ONU (Minusma).

A mediados de 2014, la nueva operación Barkhane, con apoyo de aliados de Francia en Europa, extendió el campo de acción a cinco países del Sahel -Malí, Mauritania, Burkina Faso, Níger y Chad-, aunque el principal contingente sigue siendo francés.

Sin embargo, hace seis meses, Francia inició una reducción de sus tropas en Malí para pasar de los 5.000 militares a mediados de 2021 a unos 2.500 o 3.000 para 2023, que se vio compensada por la llegada de refuerzos europeos de la fuerza especial Takuba.

Pero el porvenir de la misión está en el aire. Las autoridades de Malí exigen ahora que su presidente, el coronel Assimi Goita, apruebe primero el despliegue de cualquier contingente vinculado a Takuba.

Los europeos se muestran además preocupados por la voluntad del nuevo poder de no celebrar elecciones inmediatamente y de su aparente llamado a la compañía rusa de mercenarios Wagner, que se considera próxima a la Rusia de Vladimir Putin. Bamako lo niega.

“Malí está hoy tan aislado que sus únicos socios son los mercenarios de Wagner”, reiteró este martes el canciller francés, Jean-Yves Le Drian.