El presidente francés Emmanuel Macron quiere “transformar” en profundidad la presencia militar francesa en el Sahel. En concreto, esto significa una reducción de las tropas francesas en la región y “el fin de la operación Barkhane”, en favor de una alianza internacional que asocie a los Estados de la región y a los europeos.

Barkhane es desde 2014 el marco en el que actúan los 5.100 militares franceses desplegados en esa inmensa región desértica. Sucedió a la operación Serval lanzada en 2013 por el entonces presidente, François Hollande, para impedir que los grupos yihadistas que se habían hecho fuertes en el norte de Mali consiguieran tomar las riendas del país.

Aunque se esforzó en desligar el fin de Barkhane de la situación tras el golpe de Estado en Mali, Macron no se privó este jueves de señalar que la junta debe acabar con la “ambigüedad” porque “no podemos llevar a cabo operaciones conjuntas con poderes que deciden discutir” con grupos yihadistas que luego atacan a los franceses.

“La forma de nuestra presencia” en el Sahel “ya no se adapta a la realidad de los combates”, dijo el presidente Macron. Concretamente, el anuncio realizado el jueves por la noche no significa que Francia se retire de la región, sino que reducirá sus efectivos.

Macron habló de “varios cientos de soldados” frente a los más de 5.000 actuales. También mencionó el cierre de algunas bases del ejército francés, sin especificar cuáles. Pero es sobre todo el marco de esta presencia francesa el que va a cambiar. La idea es centrarse exclusivamente en la lucha contra el terrorismo y dejar de asegurar vastas zonas en las que los Estados afectados luchan por recuperar su posición.

Y hacerlo dentro de una alianza internacional, una alianza estructurada en torno a la fuerza europea Takouba, lanzada en marzo de 2020, y “llamada a crecer en fuerza”, dijo Emmanuel Macron. Francia seguirá siendo la columna vertebral de esta fuerza a la que se asociarán otros ejércitos africanos e internacionales.

Según Le Monde, la idea sería cerrar ciertas bases en Mali en una primera fase y luego disminuir el número de efectivos sobre el terreno en un 30% de aquí al verano de 2022 y un 50% para comienzos de 2023, de forma que se quedarían en unos 2.500.

¿Por qué anunciar hoy estos cambios?

“Hay un fenómeno de desgaste”, dijo el presidente, y “una sensación generalizada de que estamos perdiendo el ideal de la razón por la que estamos ahí”. Una decisión motivada también y sobre todo por las elecciones de algunos dirigentes saharauis.

“Me veo obligado a constatar que, en varios Estados de la región, no se ha producido un nuevo compromiso de los responsables de la toma de decisiones para hacer volver al Estado y a la administración en las zonas que estamos liberando del terrorismo”, dijo Emmanuel Macron, antes de añadir: “No es el papel de Francia sustituir a los Estados a perpetuidad.

En el entorno del jefe de Estado francés, uno de sus allegados explicó que “una operación militar que dura en el tiempo se convierte, nos guste o no, en responsable de los fracasos de los Estados de la región sobre los que no tenemos ningún control, pero de los que nos encontramos asumiendo la responsabilidad”.

El jefe del GSIM, la prioridad

En febrero, durante una cumbre en la capital de Chad, Yamena, con los socios de la organización G5 Sahel (Mauritania, Malí, Burkina Faso, Níger y Chad), el presidente francés aplazó la decisión de empezar a retirar tropas de la zona con el fin de mantener la presión sobre los grupos yihadistas.

Francia acumula éxitos tangibles contra el grupo Estado Islámico del Gran Sahara (EIGS) y organizaciones afiliadas a Al Qaida, reunidas en el Grupo de Apoyo al Islam y a los Musulmanes (GSIM), pero aún así no ha conseguido atajar la espiral yihadista.

Ante la cercanía de las elecciones presidenciales de 2022, este esfuerzo militar de largo aliento también suscita cada vez más interrogantes en Francia, que ha perdido 50 soldados en combate desde 2013.

Iyad Ag Ghaly, jefe del GSIM y responsable de numerosos ataques en Malí, Burkina Faso y Níger, aparece ahora como el objetivo prioritario de Barkhane.

“Claramente, hoy es Iyad Ag Ghaly la prioridad número uno […] Para nosotros, es la persona a la que absolutamente hay que lograr capturar, o incluso neutralizar si no es posible capturarlo, en los próximos meses”, declaró el comandante de operaciones especiales, el general Eric Vidaud, el 3 de junio a la cadena France 24.

Nada de dialogar con los yihadistas

La situación se ha complicado en las últimas semanas con la repentina muerte del presidente chadiano Idriss Déby y, especialmente, con el segundo golpe de Estado perpetrado en nueve meses en Malí, un país central de la operación Barkhane, que llevó a Francia a suspender sus operaciones con las fuerzas malienses.

El presidente francés lamentó que la Comunidad Económica de Estados de África del Oeste (CEDEAO) haya “reconocido” al coronel Assimi Goita como presidente de transición en Malí después de este segundo golpe.

Para Macron, esto “crea una mala jurisprudencia para los propios africanos […], para la propia CEDEAO” y sienta un “precedente […] en muchos vecinos”.

Él mismo fue criticado por haber apoyado la transición militar instaurada en Chad tras la muerte de Idriss Déby pues, según muchos analistas, los golpistas malienses vieron en ella un precedente.

Emmanuel Macron advirtió que solo se reanudarán las operaciones militares con las fuerzas malienses si las autoridades de transición ofrecen compromisos “claros” en términos de calendario electoral y si garantizan que no dialogarán con los yihadistas.

“No podemos llevar a cabo operaciones conjuntas con poderes que deciden discutir con unos grupos que, al margen de esto, disparan contra nuestros hijos”, lanzó. “Ni diálogo ni implicación”, zanjó.