El expresidente egipcio Hosni Mubarak fue puesto en libertad el viernes, mientras varias figuras clave de la revolución de 2011 duermen aún entre rejas, murieron o se encuentran desaparecidas.
Farid al Deeb, abogado del exmandatario, anunció la salida de Mubarak del hospital militar del Cairo en el que este pasó buena parte de sus seis años de detención.
Su liberación acaba definitivamente con las aspiraciones nacidas de una revolución que llevó al país la esperanza de un régimen más democrático, después de las tres décadas de gobierno del Rais (título dado a gobernantes de países musulmanes), que dirigió Egipto con mano de hierro.
Además de Mubarak, su exministro de Interior, Habib al Adly, que simboliza la tortura y los abusos del régimen, también fue absuelto de los cargos por la muerte de manifestantes durante la revuelta.
Por su lado, Alaa Abdel Fatah y Ahmed Duma, dos de los principales activistas de la revolución, siguen en prisión.
Tras destituir a su predecesor, el islamista Mohamed Morsi, en 2013, el actual presidente Abdel Fatah al Sisi, exjefe del Ejército, gobierna eliminando cualquier atisbo de oposición, religiosa o laica.
Seis años después de la revolución, los detractores de Al Sisi lo acusan de haber cerrado el paréntesis democrático abierto en enero-febrero de 2011.
‘Trato especial’
Por su parte, Mubarak ha sido juzgado en dos grandes casos desde su salida del poder: el más grave, por incitación al asesinato durante los 18 días de revuelta, en los que unas 850 personas murieron en enfrentamientos entre la policía y los manifestantes.
El expresidente fue sentenciado a cadena perpetua en 2012, pero un tribunal de apelación ordenó un nuevo juicio dos años después donde los cargos fueron retirados y la más alta instancia de apelación del país lo absolvió el 2 de marzo.
Para Adel Ramadan, abogado de la organización de defensa de derechos humanos egipcia Initiative for Personal Rights, Mubarak ha recibido un trato especial en su proceso.
“Hay una diferencia entre la manera humana en que Mubarak y los símbolos del régimen han sido tratados, y la reservada a los militantes de enero de 2011”, dijo a la AFP.
Aunque algunos han sido puestos en libertad, en ocasiones están sometidos a un control judicial estricto.
Ahmed Maher, fundador y portavoz del movimiento del 6 de Abril, un grupo muy activo en 2011, fue liberado en enero. Durante tres años, deberá acudir cada noche a la comisaría de su barrio y dormir allí.
La semana pasada, las autoridades anunciaron el indulto a 203 detenidos por casos vinculados a la prohibición de manifestarse, pero ningún activista conocido salió de prisión.
Interrogados tras el anuncio el 13 de marzo de que la justicia pronto pondría en libertad a Mubarak, varios antiguos manifestantes de la Primavera Árabe consideraron que la revolución había sido “inútil”.
“(Mi) frustración es compartida por muchas personas por lo que le ha pasado al país. Sienten que participaron para nada”, dice Ahmed Mohamed, de 29 años.
Para Osama Mahmud, de 28 años, “la idea se ha vuelto muy clara y evidente para nosotros, el ejército es el problema. En cuanto a Mubarak, no me importa que sea liberado, que se quede en prisión o que se muera”.
Grave crisis económica
Tras la destitución de Mursi por el ejército, la oposición islamista fue también diezmada. En agosto de 2013, en torno a 700 de sus partidarios murieron en el Cairo tras una ofensiva de los militares.
Actualmente, el Egipto del presidente Al Sisi continúa teniendo los mismos problemas económicos y de desigualdad que llevaron a la revolución en 2011.
El país vive de nuevo bajo un régimen autoritario y atraviesa una grave crisis económica. El pasado noviembre, el gobierno decidió permitir fluctuar su divisa para obtener un préstamo de 12.000 millones de dólares del Fondo Monetario Internacional. Como resultado, la inflación se ha disparado, y la situación económica se ha convertido en la principal preocupación de los egipcios.
“Las condiciones que llevaron a la revolución de enero siguen presentes, pero no creo que se produzca un nuevo levantamiento”, afirmaba Mostafa Kamel el Sayed, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad de El Cairo.
Mientras, el nuevo régimen es acusado por organizaciones de derechos humanos de multiplicar las desapariciones forzosas, las detenciones arbitrarias y el maltrato en prisiones.