Si las protestas de octubre y la crisis institucional derivada de aquello golpearon duramente las finanzas del diseñador Nicanor Bravo, el coronavirus fue el último clavo en el cajón.

No obstante, el argentino vio en la pandemia una forma de sobrellevar las dificultades económicas, especialmente luego de un consejo entregado por el Ministerio de Salud.

En concreto, tras la recomendación emitida este domingo –con manual incluido– de usar mascarillas en lugares públicos, el rosarino comentó que decidió confeccionar sus propios barbijos.

“Hola con @turkogatuno (su esposo, Nicolás Najle) tenemos este emprendimiento de las mascarillas con diseño, junto con esta pandemia nos reinventamos y qué mejor para que todos estemos más protegidos”, escribió en su cuenta de Instagram, donde los interesados las pueden encargar.

“Son mascarillas reutilizables que cumplen con las capas y filtros respectivos para poder prevenir”, aseguró Bravo, quien invitó a sus seguidores a contactarlo por mensaje directo.

En conversación con LUN, el diseñador dio cuenta de lo complejo que han sido los últimos meses en el ámbito laboral y financiero.

“Ya con el estallido social la cosa venía mal: nadie compra vestidos, no hubo alfombras rojas como la del Copihue (de Oro) o la gala del Festival. Ahí ya veníamos mal”, dijo.

“Pero el coronavirus nos terminó por matar, pues además mi trabajo es presencial, de contacto. Un día, literal, nos quedamos sin ni un peso en la cuenta. No hay espalda que aguante”, complementó.

Fue así como precisó que la idea de elaborar sus propios diseños de protección facial surgió en compañía de su esposo.

“Primero hicimos unas mascarillas para nosotros, quedaron preciosas. Luego la gente empezó a preguntar de dónde habíamos sacado esos tapabocas y se nos ocurrió darle la vuelta al coronavirus”, añadió.

Consultado por el citado medio acerca del proceso, Bravo aseguró que él mismo las hace, que aquello le toma cerca de 20 minutos y que antes de comenzar a comercializarlas leyeron “mucho sobre qué telas usar”.

“Tienen cuatro capas. La primera puede estar hecha de varias telas como algodón, terciopelo alemán, seda. Luego de esa se le agregan dos capas de tela fusionado, que es la que usan los sastres para unir dos telas”, sostuvo.

“Para la última capa volvemos a repetir la tela que se usa en la exterior”, precisó el diseñador.

De acuerdo a sus testimonio, Bravo ha hecho 70 y contó que ha vendido 40. “Hemos enviado hasta Chillán”, a $9.500 la unidad, finalizó.