En nuestro país, número uno del hemisferio sur en cuanto a producción de vinos, el bajón será del 20%, hasta 10 millones de hectolitros, por el efecto combinado de la sequía y los incendios.

La producción mundial de vino este año será un 7% inferior a la de 2022, principalmente por condiciones atmosféricas adversas en muchos de los grandes países vinícolas, y será así la más baja desde 1961.

La Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) indicó este martes, al publicar sus proyecciones de 2023, basadas en los datos de 29 países que representan el 94% de la producción, que se situará en una horquilla de entre 241,7 y 246,6 millones de hectolitros.

El jefe del servicio estadístico de la OIV, Giorgio Delgrosso, precisó que, desde 1950, solo se han constatado dos veces cifras inferiores: en 1961 (214 millones de hectolitros) y en 1957 (174 millones).

Las condiciones climáticas extremas explican un descenso del 7% de la producción esperada en la Unión Europea, que debería situarse en unos 150 millones de hectolitros, con descensos importantes en dos de los tres líderes destacados.

Sobre todo en España, donde el bajón del 14% (19% si se compara con la media de los cinco últimos años) a 30,7 millones de hectolitros hará de 2023 el peor año en términos de volumen desde hace dos décadas por una sequía severa y temperaturas extremadamente elevadas.

En Italia se espera un descenso del 12%, a 43,9 millones de hectolitros, el menor volumen desde 2017, debido sobre todo a las fuertes lluvias que provocaron mildiu en regiones del centro y del sur.

Situación de Chile, Francia y otros países

Francia constituye una excepción relativa, ya que la vendimia allí se estima de un nivel equivalente a la de 2022, con 45,8 millones de hectolitros, lo que le permitirá situarse primer país del mundo por producción.

La OIV espera incrementos en algunos países europeos también importantes como Alemania (+1%, a 9 millones de hectolitros), Portugal (+8%, a 7,4 millones) y Rumanía (+15%, a 4,4 millones).

En el hemisferio sur, los datos son todavía más catastróficos, con una producción que disminuirá un 19% respecto al pasado año y un 18% si se compara con la media de los cinco últimos ejercicios, hasta 45 millones de hectolitros.

En Chile, el “número uno” del hemisferio sur, el bajón será del 20%, hasta 10 millones de hectolitros, por el efecto combinado de la sequía y los incendios.

Todavía peor se calcula la cosecha en Argentina por las heladas de primavera y las granizadas, con un descalabro del 23%, a 8,8 millones de hectolitros, lo que haría de 2023 el peor año de toda la historia en este país.

En Brasil, el hundimiento en términos relativos se anticipa aun mayor, del 30%, a 2,3 millones de hectolitros, y hasta del 34% en Uruguay, a 0,5 millones.

La evolución será igualmente negativa en Sudáfrica (-10%, a 9,3 millones de hectolitros), Australia (-24%, a 9,9 millones) y en Nueva Zelanda (-6% a 3,6 millones).

Estados Unidos, la gran excepción

Estados Unidos constituye la gran excepción entre los grandes productores mundiales (es el cuarto en términos absolutos), con un incremento que se calcula que será del 12% respecto a 2022, hasta 25,2 millones de hectolitros, un 4% por encima de la media de los cinco últimos años.

Ese buen comportamiento se debe a unas temperaturas templadas y a las lluvias de invierno en las regiones de Napa y Sonoma, en California, que se habían visto afectadas por varios años de sequía.

Delgrosso subrayó que “las anomalías climáticas se están haciendo normales” y que, en paralelo, el consumo global lleva tres años a la baja por la sucesión de la crisis del covid, de las cadenas de aprovisionamiento y de la inflación.

Pero también por las campañas sanitarias para modificar los hábitos de vida y por la competencia de otras bebidas alcohólicas, en particular la cerveza, agregó.

Una caída de la demanda que podría corregirse en parte si desaparecieran esas crisis, pero que corre el riesgo de convertirse en estructural si las condiciones desfavorables persisten, avisó el experto.