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Resumen generado con una herramienta de Inteligencia Artificial desarrollada por BioBioChile y revisado por el autor de este artículo.

Hablar de dinero sigue siendo un tabú en Chile, generando incomodidad y vergüenza en las conversaciones familiares y sociales. Según el sociólogo Jorge Blake, esta aversión tiene raíces culturales profundas que asocian la transparencia financiera con falta de refinamiento. Esta actitud, heredada de una élite basada en linaje y tierras, afecta la educación financiera y perpetúa desigualdades.

Hay temas que a veces evitamos hablar en juntas familiares, reuniones de amigos e incluso con la pareja: “¿Cuánto ganas?”, “¿Cuánto pagaste por eso?”, “¿Tienes dinero o estás en crisis?”.

Para muchos, hablar de dinero se siente más íntimo y riesgoso que discutir otros ámbitos de la vida privada.

Existe una cortina de humo social que envuelve a las finanzas, convirtiéndolas en un tema tabú que despierta incomodidad, vergüenza e inseguridad.

“Poco elegante”

Aunque modificar este hábito podría traer importantes beneficios, muchas personas continúan evitando el tema por la sensación de que es algo inapropiado.

El sociólogo Jorge Blake, académico del Laboratorio de Ciencias Sociales Aplicadas de la Universidad de los Andes (Uandes), explicó que este silencio no es casual, sino que tiene raíces históricas y culturales profundamente arraigadas.

“A diferencia de culturas más pragmáticas como la estadounidense, donde el éxito económico se celebra abiertamente, en Chile hemos heredado una visión del mundo más hispánica y católica, con ciertos resabios aristocráticos”, comentó.

En ese sentido, el experto mencionó que, en esa estructura social tradicional, hablar de dinero era visto como “una preocupación de quienes no tenían su posición asegurada”.

La élite chilena, agregó en una nota de prensa, “no basaba su estatus en el dinero ‘ganado’ con esfuerzo, sino en el linaje, la posesión de tierras y el prestigio social”, lo que instaló la idea de que transparentar las finanzas era algo “poco elegante” o socialmente impropio.

Aunque esa visión se ha ido diluyendo, “dejó la impresión de que transparentar las finanzas es algo poco refinado”, añadió Blake.

En ese contexto, preguntar “¿cuánto ganas?” no sería solo una inquietud económica, sino también “una forma de ubicar a la otra persona en el mapa social”.

Efectos y cambio generacional

El académico Uandes advirtió que este silencio tiene efectos concretos.

Cuando en el hogar no se habla de dinero, se dificulta que las personas desarrollen conciencia financiera desde edades tempranas. Bajo ese punto, enfatizó que “el silencio en torno al dinero también podría llegar a ser un cómplice pasivo de la desigualdad”.

Junto a ello, subrayó que la falta de conversación sobre finanzas perpetúa brechas culturales y educativas.

Finalmente, el sociólogo observó señales de transformación.

A su juicio, el cambio es cultural y gradual, impulsado especialmente por generaciones más jóvenes.

“Hoy las generaciones jóvenes tienen menos pudor al hablar de sus ingresos con sus pares. Hay una suerte de liberalización en este sentido, como también ocurre con otros temas antes prohibidos”, finalizó.