Las ballenas jorobadas dejaron de cantar al pasar un barco y permanecieron silenciosas durante al menos la siguiente media hora, según las observaciones de investigadores japoneses en una zona pequeña y tranquila del Pacífico a mil kilómetros al sur de Tokio.

Cada día, gracias a dos micrófonos submarinos los investigadores escucharon bajo el agua el canto de algunas ballenas antes y después del paso del único gran barco que cruza esas aguas, entre las 07:30 y las 08:00 de la mañana, cerca de Chichijima, en las islas Ogasawara.

Las ballenas parecieron alejarse inmediatamente del barco. Sólo una permaneció dentro de un radio de 500 metros durante el experimento, que se realizó entre febrero y mayo de 2017. Y una vez que el navío pasó, las ballenas que estaban a menos de 1.200 metros de distancia en la mayoría de los casos enmudecieron o redujeron su nivel sonoro.

“La principal respuesta de las ballenas jorobadas fue dejar de cantar, ya fuera al acercarse el barco o después de su paso”, escribe Koki Tsujii, de la Asociación de Observación de Ballenas Ogasawara, y sus colegas en este pequeño estudio publicado en la revista científica PLOS One el miércoles.

Wikimedia Commons
Wikimedia Commons

El artículo plantea muchas cuestiones que quedan sin respuesta. No se sabe, por ejemplo, por qué las ballenas quedan en silencio en lugar de cambiar el canto. No se sabe cómo reaccionan las hembras al ruido generado por el barco, pues sólo los machos cantan. Y la muestra es pequeña: 26 ballenas observadas en 35 días.

Pero la investigación sobre las consecuencias de la contaminación sonora generada por los humanos bajo los océanos es antigua y amplia.

Numerosos estudios han documentado desde hace años las perturbaciones e incluso los daños que sufren peces, cetáceos e incluso el plancton por el ruido de los motores de los buques, los portacontenedores y los cañones de aire utilizados por la industria petrolera para explorar el fondo marino.

Este estudio, aunque limitado, es “sorprendente”, dice Linda Weilgart, de la Universidad Dalhousie de Canadá y consultora de la ONG OceanCare, porque la reacción de las ballenas se produce ante un nivel de sonido bajo. La experta insta a realizar otros estudios para confirmar y detallar este trabajo.

“Este estudio agrega otra pieza al rompecabezas de un planeta azul que se ha vuelto demasiado ruidoso para las ballenas”, agrega Nicolas Entrup, experto de OceanCare, que está tratando de movilizar a la comunidad internacional contra el ruido submarino. “Es hora de bajar el volumen”.