Personas con mayor inteligencia tardan más en resolver problemas complejos ya que son menos propensas a deducir conclusiones precipitadas, señala el estudio.

Tras más de un siglo de investigaciones, muchas de ellas muy controvertidas, los psicólogos siguen teniendo dificultades para definir la inteligencia y muchos dudan de la validez de los tests diseñados para medirla.

Sin embargo, una idea ha surgido y persistido: las puntuaciones más altas en inteligencia se asocian con un procesamiento más rápido de la información, o “velocidad mental”. Pero un nuevo estudio realizado por investigadores alemanes sugiere ahora que ni siquiera esto es cierto.

El estudio, publicado en la revista Nature Communications, demuestra que las personas con mayor inteligencia tardan más en resolver problemas complejos porque son menos propensas a sacar conclusiones precipitadas.

El estudio también relaciona la capacidad para resolver problemas a partir de las diferencias en la conectividad cerebral y la sincronía entre áreas cerebrales.

Cuestión de sincronía

Michael Schirner, de la Charité-Universitätsmedizin de Berlín, y sus colegas examinaron los datos de 1.176 participantes en el Proyecto del Conectoma Humano y analizaron la relación entre las puntuaciones de inteligencia y los tiempos de reacción a través de una prueba de razonamiento.

Quedó demostrado que, aunque las personas con puntuaciones de inteligencia más altas resolvían más rápido los problemas fáciles, tardaban más en resolver los difíciles, aparentemente porque dedicaban más tiempo a descifrar ciertos aspectos antes de llegar a la solución correcta.

A continuación, los investigadores generaron modelos personalizados de redes cerebrales de 650 de los participantes, combinando los datos de conectividad cerebral de cada uno con modelos generales de circuitos neuronales para la toma de decisiones. Esto reveló que los que tardaban más en resolver las tareas difíciles mostraban una mayor conectividad en estado de reposo entre los lóbulos frontal y parietal, y también una mayor sincronía entre estas regiones cerebrales.

Se sabe que el lóbulo frontal desempeña un papel importante en la atención y la toma de decisiones, mientras que el lóbulo parietal recoge la información sensorial. Los estudios de escaneo cerebral sugieren que la inteligencia implica una sincronía fronto-parietal.

Más listos, más lentos

Los resultados cuestionan la hipótesis de que una mayor inteligencia es el resultado de un cerebro más rápido. Sugieren que ser más rápido no es necesariamente mejor y que, en determinadas circunstancias, existe un equilibrio entre velocidad y precisión que permite tomar mejores decisiones.

Así, mientras que el pensamiento rápido y “automático” es adecuado para tomar decisiones sobre tareas sencillas, uno más lento y laborioso que favorezca la comprensión gradual de la información relevante, puede ser mejor para resolver problemas más difíciles.