La tarde de este martes, desde el Observatorio ALMA se comunicó que un grupo internacional de astrónomos generó el mapa más detallado que se tiene hasta el momento de la atmósfera de Antares, la estrella supergigante roja más cercana a la Tierra (555 años luz), parte de la constelación de Escorpión, y uno de los 16 cuerpos celestes más brillantes del firmamento.

“La sensibilidad y capacidad de resolución sin precedentes tanto del Atacama Large Millimeter/submillimeter Array (ALMA) como del Karl G. Jansky Very Large Array (VLA), de la Fundación Nacional de Ciencia de Estados Unidos, permitió revelar el tamaño y la temperatura de la atmósfera desde la capa que se encuentra justo encima de la superficie hasta la zona de vientos, pasando por toda su cromosfera”, detallaron a través de un comunicado.

El resultado es de tal magnitud que corresponde al mapeo más detallado que se haya realizado de una estrella que no sea el Sol, análisis que echó por tierra la idea que Antares tenga 700 veces el diámetro del Sol, ya que ese número es mayor.

“El tamaño de una estrella puede variar drásticamente en función de la longitud de ondas a la que se observa”, explicó Eamon O’Gorman del Instituto de Estudios Avanzados de Dublín (Irlanda) y autor principal del estudio publicado esta jornada en la revista Astronomy & Astrophysics.

ALMA
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“Las longitudes de onda más largas observadas por el VLA revelaron que la atmósfera de la supergigante tiene cerca de 12 veces su radio”, señaló.

En concreto, los radiotelescopios midieron la temperatura de la mayor parte del gas y el plasma de la atmósfera de Antares.

Lo más notorio fue la temperatura de la cromosfera, la zona que se encuentra sobre la superficie y es calentada por los campos magnéticos y ondas de choque generados por las convecciones de la superficie estelar, que recuerdan los movimientos burbujeantes del agua cuando hierve.

Es poco lo que se sabe sobre las cromosferas, y esta es la primera vez que se observa esta zona en ondas de radio.

“Gracias a ALMA y al VLA, los científicos descubrieron que la cromosfera tiene 2,5 veces el radio de la estrella (la cromosfera de nuestro Sol tiene solo 1/200 de su radio)”, precisaron desde el centro especializado..

“Asimismo, descubrieron que la temperatura de la cromosfera es más baja de lo que se había inferido anteriormente a partir de observaciones ópticas y ultravioletas, y alcanza un valor máximo de 3.500 grados Celsius (6.400 grados Fahrenheit), antes de descender gradualmente. En comparación, la cromosfera del Sol alcanza temperaturas de casi 20.000 grados Celsius”, añadieron en un comunicado.

Además, en los datos de ALMA y VLA, los astrónomos pudieron distinguir por primera vez la zona donde empiezan a formarse los vientos de estos cuerpos. En la imagen del VLA se aprecia un enorme viento expulsado por Antares y encendido por su estrella compañera, más pequeña y caliente, Antares B.

ALMA
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“Cuando era estudiante soñaba con tener datos como estos. Conocer los tamaños y temperaturas reales de las zonas atmosféricas nos da una pista sobre cómo estos vientos se forman y cuánta masa es expulsada”, señaló al respecto el coautor Graham Harper, de la Universidad de Colorado.

“Creemos que las estrellas supergigantes rojas como Antares y Betelgeuse tienen atmósferas poco homogéneas. Podemos imaginar que sus atmósferas son como una pintura hecha de muchos puntos de colores que representan distintas temperaturas. La mayor parte de la pintura contiene puntos de gas tibio que los radiotelescopios no pueden detectar, pero también hay puntos fríos que solo los telescopios infrarrojos ven y puntos calientes que solo son captados por los telescopios UV. Por el momento no podemos estudiar estos puntos de forma individual, pero queremos intentarlo en el futuro”, señaló por su parte Keiichi Ohnaka, otro coautor del artículo y académico de la Universidad Católica del Norte.

Las estrellas supergigantes rojas como Antares y su prima más famosa, Betelgeuse, son estrellas enormes y relativamente frías que están llegando al final de su vida. En algún momento se quedarán sin combustible, colapsarán y se convertirán en supernovas.

A través de sus fuertes vientos estelares, estas estrellas lanzan elementos pesados al espacio, desempeñando así un importante papel a la hora de esparcir los componentes básicos de la vida por el universo. La causa de estos fuertes vientos aún es una incógnita y este estudio aportó pistas cruciales para resolver el misterio.