El 18 de octubre pasado, el estallido social generó caos y un nivel de incertidumbre de alto impacto en la población y, por supuesto, en los líderes políticos de todas las tendencias. Se movió el piso en todo Chile y no era precisamente un terremoto de los que estamos acostumbrados, sino que algo con más fuerza y potencia, quizás hasta cierto punto “inesperado”.

¿Qué pasó? Los indicios no fueron analizados, las voces no fueron escuchadas y hasta mediados de octubre, seguíamos siendo un país supuestamente íntegro y en crecimiento. Esto, sumado a las alzas de precios, inequidad social y descontento, juntó suficiente material para generar una crisis social que evidenció una realidad que se quiso ocultar bajo la alfombra de la economía perfecta.

Los economistas no han escondido su miedo ante los indicadores económicos que, en general, auguran inflación, bajo crecimiento, desempleo y todas aquellas sombras financieras que azotan a un país y que lo frenan o lo desaceleran. Se han tomado ciertas medidas económicas para mitigar el clamor popular, pero los más preocupados son los inversionistas, las pymes y principalmente los emprendedores que vislumbran un futuro poco prometedor.

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Los economistas no han escondido su miedo ante los indicadores económicos que, en general, auguran inflación, bajo crecimiento, desempleo y todas aquellas sombras financieras que azotan a un país y que lo frenan o lo desaceleran
- Marcelo Ortiz Breitler

En suma, las proyecciones futuras que nos entrega el actual panorama tienden a ser mezquinas, pero no todo es malo… existen evidencias que los países más golpeados por acontecimientos que afectan su economía, incluso aquellos que han padecido casi la destrucción total, son capaces de resurgir de las cenizas y con más fuerza.

Precisamente, este fenómeno es detallado en el libro de Naomi Klein, denominado “La doctrina del Shock”, donde se exponen ejemplos de cómo naciones que han sido arrasadas, son capaces de renacer con fuerza. Este es el caso de Chile, Alemania y Japón entre otros, cuyo común denominador es la implementación de medidas extremas para afrontar el descalabro.

Porque las disposiciones adoptadas recientemente, en nuestro país ¿No son extremas acaso? Se comenzaron a generar medidas consensuadas políticamente “impensables” hasta antes de la crisis, como las recientes alzas de pensiones, impuestos para los que mas tienen, disminución de los sueldos, mejor uso de los recursos, nueva Constitución y todas aquellas que generan un impacto inmediato en las personas, con el fin de mitigar los efectos causados por la amplia necesidad de cambios sociales aclamados por la ciudadanía.

Es esperable que el shock recibido nos cambie, nos haga resurgir como un país más justo, más unido y también feliz, ya que necesitamos que todos estemos comprometidos para mejorar y estabilizar la economía, que el emprendimiento y las pymes salgan fortalecidas, los inversionistas vuelvan y se encuentren con un país diferente, un país prometedor y bello no solamente por fuera, sino que hermoso por dentro.

Marcelo Ortiz Breitler
Director de la Escuela de Ingeniería Comercial
Universidad Bernardo O’Higgins