En el segundo día del Festival Internacional de Teatro Zicosur de Antofagasta (FITZA 2018, 13 al 19), el público se encontró con una obra de danza teatro que desde su título llama la atención. Así, mientras en el local del Teatro Universidad de Antofagasta, sede de la organización del festival, hierve la actividad que despliega un grupo de jóvenes, “Kalashnikova-AK 47” se prepara para presentarse en Mejillones y Calama, luego de su primera función en el Teatro Municipal antofagastino.

Esta propuesta tiene al afamado fusil ruso como luctuoso símbolo bélico y centro de un relato con hondo sentido humano; también al baile flamenco en cuerda contemporánea, además de utilizar decenas de neumáticos sobre el escenario, una mezcla que resulta extraña e interesante.
La compañía Contrabando de Suiza, con la dirección de la coreógrafa suiza Anet Fröhlicher, es la responsable de esta producción con dos alemanas en el elenco (Vera Koeppern y Jojo Hammer), a la finlandesa Henna-Elise Selkäläa y a Elisabeth: alemana de nacimiento, hija de Herr Keuck y de una chilena de apellido Hermosilla.

Lo estatuario en el gesto y el movimiento; cierta licantropía que alude a la capacidad del ser humano de transformarse en un lobo feroz; hibridez de género, considerando que la violencia afecta a hombres y mujeres; y la coordinación entre ráfagas de fusil y su efecto en los cuerpos, más el enérgico zapateo flamenco forman parte del perfil que se advierten en este relato.
Incluso, la energía del flamenco se amplifica en coreografías que ocupan el amplio escenario con evoluciones que aluden a instantes emotivos, desde la sorpresa al terror, en conjunto y en solitario.

A esta caja de resonancias se agrega una banda sonora que desde la sencillez y lo indefinible incorpora una voz (infra) humana, como un hálito indescifrable, apenas como evocación.
Son recursos que parecen configurar una idea universal: que sin importar la ideología o si se empuña un AK, un M16 estadounidense o el Tavor israelí, la violencia destructiva afecta a víctimas y victimarios.

Víctimas y predadores

“Nos encantó la propuesta que nos hizo la directora”, afirma la bailarina Vera Koeppern. “Ella es la responsable de la dramaturgia, aunque nosotras aportamos en improvisación y en los solos. Trabajamos con el flamenco contemporáneo y construimos un lenguaje mezclando rigidez, relajación y colapso”.

(Pregunta): ¿Tiene la obra un sesgo antisoviético?
(Respuesta): No, no, no. El AK es de fabricación rusa, pero tiene una historia larga, en la Guerra Fría, cuando se utiliza por razones patrióticas en cualquier país, ahora también en manos de terroristas… Cualquier agresión, con cualquier fusil, es un peligro. Todos somos víctimas y predadores. Incluso la música de Jimmy Hendrix que usa la obra me parece cínica, porque quiere dar cierta sensación de armonía.

(P): ¿Por qué los neumáticos?
(R): Para mí se usan como imagen de barricadas y destrucción, por la lucha por el petróleo. Habla de brutalidad estética, de la presencia de la industria, de lo apocalíptico.