En 1977, apenas 6 años después del estreno de la obra original en Broadway, "Jesucristo Superestrella Andino" debutó en TVN con una de las reversiones más genuinas que se recuerden del musical.

“Jesucristo Superestrella”, el célebre musical de Andrew Lloyd Webber y Tim Rice que en 1971 dio la vuelta al mundo, ha tenido múltiples y dispares versiones en los últimos 53 años. Pero de seguro ninguna tan particular y genuina como “Jesucristo Superestrella Andino”.

La producción televisiva, que fue filmada en Chile a modo de “especial” para el programa misceláneo “Dingolondango” (TVN), debutó apenas 6 años después del estreno en Broadway del musical original.

Tal como lo indica su nombre, esta vez el devenir de Jesucristo es narrado en clave sudamericana, con charangos, flautas y zampoñas en los arreglos, en una época donde estos instrumentos estaban tácitamente proscritos por la dictadura militar.

Tal como describe el destacado musicólogo nacional Juan Pablo González en el ensayo “Censura, industria y nación: Paradojas del boom de la música andina en Chile (1975-1980)”, una de las primeras medidas que tomó el régimen fue emitir un “bando” que prohibía los tres instrumentos andinos más utilizados por los conjuntos chilenos de la época: “la zampoña (flauta de pan), el charango (pequeña guitarra de 5 cuerdas dobles) y la quena (flauta de tubo abierto), restándole reconocimiento patrimonial a una cultura cuyos territorios la propia nación chilena había incorporado cien años atrás”.

“Si bien no se ha podido encontrar ese bando militar impreso, pues no todos los bandos se conservaban, fue leído por cadena nacional de televisión, como algunos testigos de la época lo recordamos”, cuenta González.

“Testimonios de productores discográficos chilenos de los años setenta también apuntan en esa dirección. Según el productor Camilo Fernández, por ejemplo, a fines de 1973 el Secretario General de Gobierno, Coronel Pedro Ewing, citó a su oficina a los ejecutivos de EMI Odeon, Philips, e IRT (ex RCA Victor) para pedirles que dejaran de grabar música que “atentara contra la nueva institucionalidad”. De modo especial, los llamó a abstenerse de difundir folklore nortino – o música andina”, apunta.

Jesucristo Superestrella Andino: “Nos comprometimos en cuerpo y alma”

Por lo mismo, el estreno de “Jesucristo Superestrella Andino” fue una auténtica novedad, sobre todo considerando al elenco: Eduardo Ravani (Herodes), Patricio Donaire (Jesús), Maitén Montenegro (María Magdalena) y Fernando Alarcón (Poncio Pilatos). Los arreglos orquestales, por su parte, corrieron por cuenta de Horacio Saavedra y el grupo Taller, mientras que la producción general fue de Jorge Pedreros.

Para el rodaje, los jardines de Getsemaní fueron reemplazados por arena de balneario y paisajes cordilleranos, mientras que los atuendos de los apóstoles y del mismo mesías fueron codificados bajo la cultura hippie (con cintillos, collares y flores), que por esos años apelaba a sus últimos estertores.

La idea surgió desde el director del programa “Dingolondango”, Eduardo Ravani, quien propuso hacer una reversión de “Jesucristo Superestrella” con el elenco de planta del programa aún en los días de la televisión en blanco y negro.

“Nos comprometimos en cuerpo y alma… Tanto fue el éxito que tuvo Pato (Donaire) como cantante, que no pudo cantar nunca más canciones que no fueran del musical… Hicimos el cuadro de Poncio Pilato en el Jardín Botánico de Viña del Mar, donde usé tres cámaras, pero repetí como 6 veces las tomas, de distintos ángulos. Después en la edición se vio como si fueran muchas”, recordó Ravania modo de anécdota en su canal de YouTube hace tres años.

“En la escena de los latigazos, nos fuimos con la cruz hacia las dunas, con un cansancio tremendo. Y ahí nos dimos cuenta que no podíamos enterrarla, que no teníamos las herramientas. Y veo que viene un camión con arena, que se acerca a nosotros, con dos palas haciendo una cruz. Grito y el chofer para… Al final, él mismo nos ayudó a cavar. Así finalmente la escena se pudo realizar”.

Charangos y zampoñas en plena dictadura

En el TVN de la dictadura militar, la idea del musical andino fue aceptada con reparos: si bien se concedió la autorización, también se exigieron modificaciones y omisiones para evitar cualquier halo “revolucionario”.

Según Juan Pablo González, esto bien podría explicarse en el ánimo confrontacional que rodeó al centenario del Guerra del Pacífico en 1979, y la necesidad del régimen por “chilenizar” aún más los territorios obtenidos en disputa.

“En efecto, los conflictos que enfrentaba Chile con sus vecinos del norte en la víspera del centenario de la Guerra del Pacífico en 1979, donde Chile había resultado triunfante, generaban también la necesidad de manifestar soberanía sobre los territorios andinos que habían pertenecido a Perú y Bolivia, con culturas Quechua y Aymara respectivamente y que ahora eran chilenos”, escribe González.

“De este modo, la música andina pretendidamente proscrita, también podía ser manifestación simbólica de esa soberanía. Junto a ello, los cambios que se producirán en la industria musical chilena a partir de 1974, tanto por razones políticas como tecnológicas, incidirán de manera inesperada en la difusión de esta música, contribuyendo también a sustentar su paradojal boom en tiempos de censura”, agrega.

En “Jesucristo Superestrella Andino”, además de los artistas ya mencionados, una figura clave del teatro chileno también confluyó. Hablamos de Andrés Pérez (director de “La Negra Ester”), quien trabajó como uno de los bailarines del elenco. “Tuvimos un gran estrés al atrevernos, pero fue fantástico”, recordó años más tarde Maitén Montenegro, tal como recoge un reporte de La Tercera.

Por estos días, el musical está disponible en las plataformas digitales de TVN con sus 51 minutos de duración.