Ni México ni el mundo habían escuchado hasta hace poco hablar de Ed Maverick, un adolescente del estado de Chihuahua que empezó su carrera musical tocando la batería en su iglesia y luego en grupos durante bodas y fiestas de quinceañeras.
Pero el éxito del cantautor de 19 años que tocará en abril en el festival Coachella, en Indio, California, fue vertiginoso desde que en 2018 empezó a subir a internet sus propias baladas tristes, sinceras, en las que quiebra con su poderoso barítono el estereotipo de macho latino que no expresa sus sentimientos.
En menos de un año, las canciones pop-folk de este músico autodidacta pasaron de mil reproducciones diarias a las 100.000 en Spotify, tras la difusión de su primer álbum Mix pa llorar en tu cuarto.
En plena era del reguetón, su mayor hit, la romántica Fuentes de Ortiz, donde canta sobre las inseguridades y la incertidumbre del amor joven, supera las 150 millones de reproducciones en varias plataformas como Spotify o YouTube.
Ed Maverick “es el artista mexicano viral que hace música por la cual vale la pena llorar”, apuntó en mayo la plataforma de streaming en su sitio web.
América Latina es la región donde el streaming crece más rápido debido a su población joven y el uso expandido de los teléfonos celulares, según la Federación Internacional de la Industria Fonográfica (IFPI).
Conexión joven
“A la gente le gustó (…) La gente conecta mucho con las canciones y se identifica muy fácil, la mayoría del público es gente de mi edad”, explica Eduardo Hernández Saucedo -su verdadero nombre- en una entrevista con la AFP en Nueva York.
Pero el éxito incomoda a este joven sensible y tímido, que al ganar fama se mudó a Ciudad de México, aunque unos meses después regresó a su natal Delicias, una ciudad de 150.000 habitantes en el estado de Chihuahua, a unos 400 km de la frontera con Estados Unidos.
“La verdad es que no me gusta nada esto, no me gusta la fama para nada, no lo digiero y nunca me va a gustar. Si yo pudiera hacer música y nadie me conociera sería verguísima (genial), pero no pasa, no es así”, afirma.
“A lo mejor soy incompatible con ese estilo de vida”, se cuestiona. “Yo no estoy hecho para esto, pero me gusta mucho hacer música”.
Tras llenar teatros en México acompañado por poco más que una guitarra acústica, finalizó en noviembre su primera gira por Estados Unidos con siete shows agotados.
Pero en su primer show en Nueva York, el 26 de noviembre, se quebró. Estaba exhausto, enfermo y sufría un constante ciberacoso en las redes sociales, donde era blanco de un tsunami de agresivos memes. Subió al escenario con una máscara quirúrgica tapándole casi todo el rostro.
Los cerca de 400 fans que llenaron el bar de Brooklyn Baby’s All Right le dieron ánimos cuando lloró al cantar una nueva canción, y varios lloraron con él.
“Estoy pasando por un momento bien dificil. Me siento incómodo en todos los lugares en los que estoy. Es bien difícil pararse aquí, ya no quiero”, dijo entonces al público.
“¡Si se puede!”, “¡Te queremos!”, “¡No mames!”, “¡Viva México!”, le gritaban sus fans. Al otro día, se desconectó de Twitter. Regresó a la red social enseguida, pero más cauto.
Hoy siente que haber explotado así en el concierto “fue muy estúpido”, pero sabe que no puede cambiar las cosas y agradece a los fans “que empatizaron con ese momento”.
“A nadie le alertan”
Ed Maverick acaba de lanzar un disco en vivo y con Universal Music relanzó su primer álbum, Mix pa llorar en tu cuarto, disco de oro en México. También hay planes de una gira por Sudamérica.
Pero no descarta dedicarse a otras cosas, aunque asegura que la música siempre estará en su vida.
“Me da un poco de miedo crecer. No sé qué va a pasar de aquí a algún tiempo, me da hueva (pereza) pensarlo”, sostiene.
“Seguramente va a llegar un momento que yo me retire de la música y haga otro tipo de cosas (…), quiero volver a estudiar”, posiblemente ingeniería en audio o arquitectura, o ambos, asegura.
“Me gusta mucho tocar en vivo pero surge la deshumanización del artista”, dice Ed Maverick. “Es muy común y a nadie le alertan” lo duro que es.