La escritora trasandina Camila Fabbri, destacada por la prestigiosa revista Granta como uno de los 25 mejores escritores en español menores de 35 años, acaba de publicar "Estamos a salvo" (Seix Barral), un libro de cuentos donde mujeres y niños son los protagonistas.

17 cuentos son los que dan forma a “Estamos a salvo”, el tercer libro de la celebrada escritora argentina Camila Fabbri (1989), voz gravitante de la escena literaria trasandina de los últimos años. Lo anterior se ratifica en un dato: en 2021, fue seleccionada en la lista de los “25 mejores narradores en español menores de 35 años” de la prestigiosa revista británica Granta, donde compartió créditos con dos chilenos: Paulina Flores y Diego Zúñiga.

“Como lectora me gusta más leer cuentos que novelas, en general. Creo que de esta manera se puede conocer un poco más el imaginario de algunos autores y autoras. Hay algo para mí en el cuento que crea universos muy rápidamente, y así como se abren, se cierran; están en permanente ebullición. En cambio, en una novela, hay algo más consecuente”, reflexiona en diálogo con BioBioChile.

Fabbri lo analiza desde la propia experiencia: en 2015 publicó “Los accidentes”, su primer libro de cuentos editado en México, Argentina y Chile; y en 2019 la novela “El día que apagaron la luz”, inspirada en los sobrevivientes de la tragedia de Cromañón.

En “Estamos a salvo”, la actriz y también dramaturga aborda relatos donde abundan protagonistas mujeres y niños, en paisajes que cruzan ciudades, soliloquios introspectivos y no pocos viajes a las comisuras de la infancia. Aquí, cada cuento comienza con una cita de algún documental de Nat Geo, que muchas veces resignifica la historia y la enmarca en el bestiario urbano y radical de Fabbri: uno donde las leyes del reino animal pueden explicar (y reflejar) las más atávicas sombras humanas.

En “Sobras”, un imponente yacaré es la mascota habitual de una amiga de la narradora, mientras que en “Triste reino animal” una famosa actriz madura huye de sí misma en un affaire con un sonidista. En “Plantas sin tutor”, un grupo de padres se lleva una sorpresa surreal cuando van al jardín infantil a buscar a sus hijos; y en “Furia”, dos enamorados se camuflan en la Argentina dictatorial mientras son testigos de la paradoja fundamental de la sobrevivencia.

Camila Fabbri, escritora argentina: "Hay una sensación de que no da tregua la realidad"
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“Uno de los cuentos que más me gusta a mí, que creo que era el cuento más extraño y terminó no siéndolo, es “Coches familiares”, que es el de una chica que va a un casamiento con su pareja y están en el salón del casamiento y ella se empieza a obsesionar con una persona que ve entre los invitados e invitadas. Se desconecta de la realidad. Es un cuento que tiene mucho humor y oscuridad”, revela.

(P): Hay mucho humor en tu escritura, desde humor absurdo hasta situaciones que escapan a la realidad misma. ¿Es un reflejo o una decisión autoral?

(R): Me gusta mucho el humor. Puedo llegar a ser una persona graciosa. Sin mi consentimiento hago reír, no sé bien cómo pasa el procedimiento, pero termina pasando. En la literatura ocurre algo parecido. Termina habiendo zonas de mucho humor, por lo que me dice gente que termina leyendo el libro. No es un aderezo, sino que parte de mi personalidad se cuela ahí, y me parece agradable para ciertas historias que tienen cierto peso, o que pueden llegar a lugares oscuros o densos.

(P): En este libro vuelves a la tragedia de Cromañón, ahora a través de un cuento sobre una sobreviviente. ¿Crees que algún día dejarás esta historia? ¿Seguirás cruzándote con ella en el futuro?

(R): Este libro iba a salir antes de la novela, entonces el cuento iba a ser una especie de preámbulo. Creo que es un tema que fue una especie de educación sentimental para mí y para mucha gente de mi generación, y como tal, creo que va a seguir apareciendo de distintas maneras, quizás no como Cromañón y el hecho en sí, sino tal vez en lo que representa: una catástrofe en la juventud. Eso, como tema, termina apareciendo incluso en los cuentos donde estoy hablando otra cosa.

(P): En “Estamos a salvo” hay muchas alusiones al concepto de vivienda, como un espacio físico y casi ineludible en la experiencia de las personas. Y haces hincapié en la vivienda propia y los espacios sociales donde hoy nos sentimos protegidos…

(R): Para estar a salvo, hay que estar bastante bajo techo. No sé si fue algo necesariamente buscado, pero el tema de alquilar casas y de tener el suficiente caudal económico para poder subsistir, es una preocupación muy fundante para mí, y sigue siéndolo. Aquí en Argentina hay un retroceso enorme en cuanto a la economía. Soy profundamente kirchnerista, pero estamos viviendo un momento muy tremendo, que nos preocupa muchísimo y afecta a la clase media… Hay una sensación de mucha incertidumbre, y por ahí hay algo de la edad que tengo, y el momento de la vida en que estoy. Hay una sensación de que no da tregua la realidad.

(P): La vivienda no como un espacio físico, sino también como un lugar de afectos…

(R): Tiene que ver con un momento de la vida, de armar tu propia casa… Yo soy arrendataria para siempre, propietaria nunca. Ese es otro tema que está bastante en el libro. Hay bastante de eso, la idea de un hogar no en la arquitectura, sino como una especie de familia.

(P): Llaman la atención los personajes masculinos del libro, que la mayoría de las veces son fallidos y obstaculizan a las mujeres. ¿Cuál crees que es su común denominador?

(R): Un patrón que se repite tiene que ver con cierta fragilidad, cierta incapacidad. Hay uno que es un padre deprimido, otro que también se siente muy mal en un shopping. Hay una diferencia de los personajes femeninos, que llevan la acción en las historias y la vida real…

(P): Del último relato de “Literatura nazi en América”, Roberto Bolaño desarrolló la novela “Estrella distante”. ¿Te gustaría profundizar en algún cuento mediante un proyecto editorial paralelo?

(R): No lo había pensado. Creo que no, pero sobre todo porque todavía no tengo la inquietud de escribir una novela, porque me cuesta la constancia de una sola historia durante tantas carillas. Me siento más cómoda con cierta extensión más breve para las historias.

Camila Fabbri, escritora argentina: "Hay una sensación de que no da tregua la realidad"
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