La estructura y las instituciones del país se piensan desde Santiago y se hacen a semejanza de las Santiago o respondiendo a intereses y necesidades de Santiago (En realidad a lo que las autoridades creen que es Santiago).

En algunos casos es peor. Frente a la incapacidad de ponerse de acuerdo, no entregarle atribuciones a “otro” (organismo del Estado) o suplir las deficiencias de quien debiera hacer determinadas funciones, se crean nuevas regiones, nuevas comunas, nuevos departamentos y se fragmenta y se duplican funciones, generando una atomización que diluye el poder y las capacidades, aumentando la burocracia –y la precariedad institucional- en vez de hacer que funcionen las que existen dotándolas de presupuesto, mejorando su estructura, las leyes y normas, trabajando para que las personas que laboran en ellas se sientan realizadas y felices, es decir trabajando a gusto, desplegando sus capacidades.

(Baste ver lo que ha pasado –o no ha pasado- con la Región de Arica y Parinacota, de Los Lagos y lo que, posiblemente, pase con la futura Región de Ñuble).

Después del terremoto de 2010, la Asociación Chilena de Municipalidades declaró que alrededor de 80 municipios no tenían un Director de Obras y que a nivel nacional faltaban unos 2100 cargos directivos. En ese contexto, ¿qué podemos esperar de la gestión cultural de los municipios?

La cultura es un tema complejo, tanto por la gran diversidad de ámbitos y disciplinas que confluyen como por la pérdida de límites entre ellas, siendo frecuente expresiones y obras en las que se funden varias de ellas. A lo anterior se suma la gran especialización en cada área, por ejemplo en Patrimonio Industrial, Arquitectura Moderna, Patrimonio Religioso, etc., etc.

Frente a este contexto complejo, la propuesta es a pensar las regiones, los municipios y las instituciones en general desde ellas, desde sus realidades, sus necesidades y anhelos en los contextos específicos donde se desarrollan y actúan y, desde ahí, proponer sus estructuras, su forma de organizarse, de actuar.

¿Son todas las regiones y comunas iguales? ¿Tienen las mismas necesidades? ¿Tienen las mismas capacidades y recursos, la misma cultura y paisajes? ¿Por qué entonces tienen la misma o similar estructura institucional? (Estructura que, además, por razones económicas y humanas, es imposible de dotar de personal idóneo)

Creemos que se deben hacer diagnósticos rigurosos para levantar información útil para saber cuáles son las realidades locales, sus recursos y capacidades, sus necesidades y sus sueños, para desde ahí plantear formas más adecuadas de organizaciones institucionales.

Por ejemplo, ¿por qué no tener una estructura institucional encargada del patrimonio arqueológico que sirva para varias comunas y regiones, respondiendo más a características concretas y no a divisiones políticas del territorio? ¿O especialistas en patrimonio industrial que puedan trabajar para varios municipios asociados en ese tema? (Por ejemplo con un equipo especial dedicado a las salitreras o a la industria textil) Existen muchos temas muy específicos que, al mismo tiempo, requieren miradas globales que abarquen varias comunas o regiones. Para ello es fundamental tener estructuras flexibles y altura de miras.

O, ¿por qué no promover la colaboración entre municipios vecinos de tal forma de tener departamentos de cultura complementarios donde uno tenga un especialista en artes escénicas, otro uno en música popular o música clásica, etc, y así enriquecer su gestión? Es imposible que un municipio, incluso entre los que tienen más recursos de Chile, disponga de equipos capaces de abordar de buena forma la diversidad y riqueza de la cultura. Bien se podría crear un organismo que apoye o gestione para varios municipios, ya sea por cercanía territorial o por afinidad de temas.

Lo que estamos planteando es que las instituciones no respondan a las necesidades político-administrativas de Santiago y la burocracia (central y local) sino que tenga una mirada comprensiva y la flexibilidad necesaria para responder a lo local al tiempo de ser más eficiente.

No estamos planteando “externalizar” funciones, contratar consultoras, privatizar la gestión pública, sino generar mecanismos flexibles y dinámicos que puedan combinar funciones de ministerios con las de municipios en forma individual como asociada para responder mejor a las necesidades y desafíos de las diversas comunidades y las especificidades territoriales.

Hoy se pueden hacer muchas cosas, lo que falta es tener miradas más abiertas y voluntad. Voluntad de controlar menos y de no usar los puestos para dar trabajo a integrantes del partido o amigos o…