Bienal de Arquitectura recupera la Iglesia de San Francisco de Borja, incendiada en estallido social

Desde ArchDaily, uno de los sitios web en español sobre arquitectura más leídos en el mundo, destacaron la realización de la XXIII Bienal de Arquitectura en la Iglesia de San Francisco de Borja, construida originalmente en 1876 e incendiada en enero de 2020 en el marco de las manifestaciones del “estallido social”.

El evento se desarrolló entre el 25 de septiembre y el 5 de octubre pasado bajo el lema “Doble Exposición: (re)programar, (re)adaptar, (re)construir”, y en torno a la idea de “entender la arquitectura no como la producción de lo nuevo, sino como la capacidad de reactivar lo ya existente”.

“Con base en esta premisa, el equipo curatorial, compuesto por Ángela Carvajal y Sebastián López (Anagramma Arquitectos) junto con Óscar Aceves, concibió un circuito de ocho sedes ubicadas en el centro de Santiago. Su objetivo fue revitalizar y recuperar espacios urbanos a través de una serie de actividades públicas y gratuitas”, acotaron desde la revista especializada.

En total, durante los 11 días de Bienal, las actividades gratuitas convocaron a más de 70.000 visitantes. En las ruinas de la Iglesia de San Francisco de Borja, con motivo del evento, fue instalado un pabellón temporal que sirvió como lugar para charlas, lecturas, instalaciones de arte, debates y eventos comunitarios.

“Muros y arcos neogóticos quedaron como ruinas, dentro de las cuales se construyó el Pabellón de la Doble Exposición, que sirvió como una de las sedes principales. El equipo curatorial encargó el proyecto al arquitecto Iván Bravo, quien diseñó una estructura metálica liviana y desmontable dentro del interior quemado de la iglesia”, acota ArchDaily.

Con esto, la iglesia volvió a abrir sus puertas al público por primera vez desde 2019, convirtiéndose en un espacio para exposiciones y conversaciones. De acuerdo a los curadores, la intervención “no buscó reconstruir ni cubrir, sino visibilizar, mostrar cómo la arquitectura puede actuar sobre la materia dañada, no para restaurarla, sino para reactivar su potencial latente”.

“Queríamos que la Bienal no se concentrara en un solo edificio, sino que tejiera un circuito vivo que conectara lugares, memorias y comunidades a lo largo del eje central de la ciudad”, añadieron los curadores López y Carvajal.

Óscar Aceves, a su vez, agrega que fue “una manera de entender la curaduría como una forma de activación urbana”, enfatizando que “lo que sucedía en el espacio público era tan importante como lo que sucedía dentro de las exposiciones”.

El pabellón fue uno de los ocho hitos de la Bienal, cuyo programa incluyó más de 100 actividades gratuitas a lo largo del eje Alameda-Providencia en Santiago, con espacios como el Centro Cultural Gabriela Mistral (GAM), las oficinas del Colegio de Arquitectos de Chile, el centro cultural CEINA, el Parque San Borja, la Parroquia La Veracruz, la Galería Barco y el Edificio El Cuervo.

“El concepto de “‘doble exposición’, derivado de la técnica fotográfica, se reinterpretó como una estrategia de diseño, superponiendo tiempos, materiales y significados para revelar formas alternativas de construir. A través de la elección de las ubicaciones, el equipo curatorial buscó cuestionar la tendencia predominante a demoler o preservar indiscriminadamente, proponiendo en cambio una tercera vía: intervenir, adaptar y continuar trabajando con estructuras preexistentes. Este enfoque no se trataba tanto de honrar el legado de estos edificios, sino de ofrecer alternativas para el futuro”, apunta ArchDaily.

“Intervenir en estructuras deterioradas no es un gesto nostálgico, sino una forma de anticipar nuevas formas de habitar, resistir y proyectar”, explicó Ángela Carvajal, una de las curadoras. “Entender la arquitectura no como un acto de sustitución, sino como un acto de escucha de lo que ya existe y de lo que aún tiene capacidad de transformarse”, dijo..