Interesante relato que nos instala en el contexto de los cincuenta años desde una mirada más profunda, intrincada en la condición humana, con “embutidos de ángeles y bestias”, como diría Nicanor Parra.


Por Marcel Socías Montofré

Aunque demasiado generosa de lugares comunes, se agradece en “Los colmillos largos de la vida” una prosa simple, pero con excelente construcción del relato y especialmente de los personajes.

Verosímiles por donde se les mire y mirándolos desde todos los ángulos.

Así es como poco a poco y a través de 149 páginas, Enrique Gloffka Reyes (RIL Editores, 2022), construye una historia que resulta singular por la metamorfosis de los personajes. Kafkiana, sin duda, como toda novela que se ambiente en el golpe militar de 1973 en Chile.

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Historia

Ciertamente la brutalidad es la banda sonora que recorre el libro. Pero también la inteligencia de plantear un juego de perspectivas. No inducirlo. Más bien poner a mano las evidencias, los extremos de la condición humana y una suerte de juego de ajedrez o novela policial, una imagen que no se completa hasta la última página del rompecabezas.

Bien se sabe que la traición es parte de la condición humana. Basta con leer “El tema del traidor y del héroe”, cuento de Jorge Luis Borges.

En el caso de Gloffka Reyes –oficial de Ejército en retiro-, es también una suerte de laberinto que atrapa por sorpresa, como en “El sueño del Celta”, de Mario Vargas Llosa. La universal condición humana.

Personajes

Es lo que más se destaca. La construcción de los personajes. Sostienen la lectura del libro y casi por vida propia van creando la trama. La arman y desarman como un juego de máscaras, según las circunstancias y en un ambiente donde imperan los extremos. A punta de violencia.

Pero también de un juego de sombras y poesía que se refleja como las manos detenidas a través de la luz en la pared. Como una historia todavía no escrita en la línea de las manos. Más bien por un muy buen narrado azar.

Las circunstancias. Aquello de lo que Miguel de Unamuno tanto hablaba.

Entonces no se trata de una novela reivindicativa. Más bien de contar una historia que resulta creíble no sólo por el desgarro, la violencia, la tortura y la corriente, sino también por ese extremo a lo que puede llegar una metamorfosis de la condición humana, ese “embutido de ángel y bestia” en plena escena, ese país que se fracturó por cándido.

Igual como le ocurre al capitán con el poeta, bajo el notorio influjo de Chesterton y con una prosa fluida en las manos de Enrique Gloffka Reyes con “Los colmillos largos de la vida”.

El desierto

Tal vez el desierto es otro buen personaje, aunque no lo parezca a primera vista, pero aporta con la sensación de los extremos, de lo brutal que puede ser la naturaleza, humana, igual que el desierto y constatar que “era tan vasta y oscura la presencia de esa caverna, que pensó que el pique llegaba hasta las ignotas extrañas del planeta, y más que pique minero, eran las fauces de una bestia mitológica dispuesta a festinar con los despojos” (Pág.55).

O como en la página 83: “Mi primer cuento era de un pato que se enamora de una gallina, lo escribí de niño, también escribí unos versos a mi maestra, estaba enamorado de ella, ¿quién no? Para mí, Capitano, en todas partes se puede hacer poesía”.

Incluso en medio de horror. Aunque sea por cándida decisión y luego de escuchar cómo al capitán se le rompe el cráneo por el fuego cruzado a la altura de la página 145 y en el kilómetro 60, camino al regimiento.

“Tal vez la primera palabra que se le vino a la mente al capitán cuando una esquirla le abría el cráneo fue traición; lo segundo fueron los veranos en el Lago General Carrera, y lo último en que pensó, casi en el mismo momento en que su alma dejaba el cuerpo, fue en su esposa. Apenas tuvo tiempo de acordarse de Dios y ni siquiera pidió perdón” (Pág. 147).

Hasta constatar en la página 149:

-Así es, mi general-, intervino el coronel.
-La venganza será terrible, Soto, terrible”.

RIL Editores

Los colmillos largos de la vida

Enrique Gloffka Reyes
RIL Editores

2022.