En tiempos de crisis social y sanitaria, con altos niveles de estrés, resulta particularmente necesario crear las mejores condiciones a las personas que sean elegidas para redactar la nueva constitución para que hagan un gran trabajo, independiente de sus ideas, sectores políticos, sociales, culturales o territoriales que representen.

Se trata de tener una cultura democrática, donde busquemos que cada representante elegido en las urnas pueda dar lo mejor de sí en beneficio de la mejor Constitución posible, es decir, de todas y todos.

Redactar la Constitución Política de un país es una tarea compleja, puesto que debiera hacer confluir la historia e identidades del país junto a los sueños que se tienen para esa sociedad, dando las directrices básicas sin quitar libertad.

En un país joven, como el nuestro, donde hay grandes disensos sobre su historia –en especial la reciente-, su cultura e identidades, ya hay una base poco consolidada que aumentará los desafíos de las y los constituyentes.

Por otro lado, el proceso de elección de las personas que la redactarán como los procesos de debate y consenso tienen que estar acorde a esos ideales, en este caso debieran ser democráticos (algo que ya ha generado discusiones).

Lo expuesto se complejiza cuando hay sectores que están buscando ser electos como constituyentes para boicotear el proceso, para frenar cualquier cambio. Grupos que no han entendido que el llamado Estallido Social, con todos sus aspectos y aristas, es síntoma de la necesidad de cambios profundos, de descontentos que se deben afrontar.

Esa diversidad de descontentos, de frustraciones, responden a una lista interminable de demandas generales y sectoriales que deben ser recogidas en una constitución, pero que no deben reemplazar leyes, normas, políticas y programas. Será un proceso y una constitución que tendrán que lidiar para acoger demandas, que responda a un deseo mayoritario de un mejor país sin restringir la diversidad de proyectos posibles dentro de un marco democrático común. Un proceso y una constitución que reduzcan las posibilidades de generar nuevas frustraciones ante las altas expectativas que se despertaron.

Constitución en pandemia

Todo lo anterior, sin embargo, es lo que deben enfrentar la mayoría de los procesos democráticos para formular una nueva constitución. Pero desde hace un año, Chile -y buena parte del mundo- está enfrentando la pandemia del Covid-19.

La pandemia ha traído mucha incertidumbre, cesantía, precarización laboral, inestabilidad, quiebra de empresas… También han aumentado las desconfianzas, la violencia de grupos delictuales, entre otros.

La pandemia también ha dejado o reforzado la sensación de tener un gobierno que no gobierna, de una oposición que no responde a sus funciones. La mayoría de la población cree que tampoco responden de manera adecuada las policías, la justicia, el poder legislativo y la mayoría de las instituciones.

A nivel doméstico, todo indica que el estrés y las enfermedades mentales, la violencia intrafamiliar y la depresión, han aumentado de manera significativa en un país que ya tenía cifras muy elevadas a nivel mundial.

Es en este contexto en el que deberán trabajar y llegar a acuerdos las y los constituyentes.

Propuesta: Generar las mejores condiciones para los y las constituyentes

El contexto antes expuesto y hoy existente, ¿permite plantear ideas y debatirlas para tener una buena constitución?

Me parece evidente que se debe tener una nueva constitución -que, entre tantos otros, incluya a la cultura, a la vivienda y el acceso a la ciudad como derechos- a la brevedad. Pero una buena constitución.

Entonces, parece fundamental y urgente trabajar para generar las mejores condiciones para que las y los constituyentes puedan trabajar de la mejor forma posible.

De la misma manera –y que pocos o nadie cuestiona- como los jugadores de la Selección Chilena de Fútbol tiene concentraciones, se aíslan en recintos adecuados, con nutricionistas, psicólogos, etc., creo que las personas encargadas de redactar la nueva constitución debieran tener condiciones adecuadas.

No sé cuáles son ellas. No creo en los “coach”, pero si en el ejercicio físico, en la meditación, en habitar un entorno que permita la tranquilidad, la concentración, reflexión y diálogo. En la capacidad de la música y ambientes bien concebidos. Creo en algunas dinámicas grupales que han desarrollado expertos en mediación comunitaria, por ejemplo.

Estoy convencido que todo esfuerzo por generar las mejores condiciones a los constituyentes -de todos los sectores- será un buen esfuerzo para lograr el mejor resultado.

Hoy es necesario enfocarse en elegir a las y los mejores representantes -es decir, que sean realmente representativos de sectores relevantes-, en entregarles opiniones e insumos para que los incluyan en las discusiones futuras y, fundamental, en generar las condiciones para que puedan desarrollar el mejor trabajo posible. En especial en el complejo escenario que estamos viviendo.

No estoy planteando regalías ni beneficios extraordinarios. Sólo estoy planteando crear las condiciones para que puedan dar lo mejor de cada cual para obtener el mejor resultado.