Un rancho en el cerro sobrepoblado será el habitat de los protagonistas de “La calle es libre”, basada en un cuento venezolano, escrito en 1981.

Por Leopoldo Pulgar Ibarra

Sin embargo, ante la no existencia de estímulos, niños y niñas del lugar, de entre 6 y 12 años, hacen lo que deben hacer para provocar cambios en sus vidas: Se plantan frente a la municipalidad a exigir sus derechos. Este es el punto de vista del tercer montaje de la cia. Terko Teatro que dirige Nelson Álvarez (“Ronda por la ciudad del río”).

“La calle es libre”, foto de Grace Pérez Oliva (c)
“La calle es libre”, foto de Grace Pérez Oliva (c)

“Nuestra adaptación del cuento de Kurusa, seudónimo de la autora, se inspira en la historia real de los niños del cerro San José de la Urbina, en Caracas, Venezuela”

, informa el director.

Agrega: “Tiene como referencia lo escrito en un diario por una periodista que había descubierto a estos niños protestando ante al Municipio y que fueron reprimidos por los guardias”.

Del campo a la ciudad

“La obra ofrece una mirada sobre los niños y niñas que son vulnerados en Latinoamérica en sus derechos habitacionales y en uno fundamental: el derecho a jugar”, proclama el director Nelson Álvarez.

¿Se conecta con el fenómeno de inmigración del campo a las ciudades?

“Sí, en Venezuela eso ocurrió entre las décadas del 40 al 60 del siglo pasado: al llegar a las ciudades, la gente ocupó los espacios con auto construcción, sin planificación urbana, sin pensar en la infancia.

“Precisamente, nuestra poética escénica se basa en la valoración de los derechos de los niños, a nuestro juicio, ciudadanos con opinión”.

Gran desafío ver a adultos en roles infantiles…

Hace rato que trabajamos e investigamos los personajes-niños y esta vez se hicieron entrevistas para conocer ese mundo y ver con cuánta profundidad abordábamos el tema.

Más que un trabajo de personajes quisimos entender a los niños y, a partir de allí, definir lo actoral: fue un desafío grande porque, además, había que traducirlo a una kinética y trabajar con los objetos que utilizamos: el actor es quien moviliza el espacio y la historia.

“Las voces actorales, por ejemplo, las definimos con pequeños gestos de entonación… En todo esto nos ayudó que nuestro elenco es joven, de entre 20 a 24 años de edad”.

“La calle es libre”, foto de Grace Pérez Oliva (c)
“La calle es libre”, foto de Grace Pérez Oliva (c)

Artesanos escénicos

¿Se identifican con el teatro de calle?

“Sí, nuestros referentes son las compañías Royal de Luxe, La Patogallina, La Patriótico Interesante… pero también nos gusta trabajar en sala.

“Nos interesa utilizar y mostrar el aparataje teatral, los mecanismos escénicos que manejamos: nos consideramos artesanos teatrales porque nosotros mismos construimos la escenografía, el vestuario y los objetos que usamos.

“Queremos que el público entre en la convención que creamos y que complete los fragmentos de imágenes que entregamos.

Vengo de la técnica teatral, de la iluminación, de la tramoya: usamos una ‘pluma’ para mover un volantín, un avión, y recurrimos a poleas, cortinas que suben y bajan….

Nos gusta trabajar con el mecanismo y con la sorpresa a partir de lo que está inactivo, en justa medida con la música y la energía de los actores”.

Todo en función de niños que ejercen soberanía en su localidad…

“Sí, más allá de que falte una plaza, un parque y que abunde la tierra, los derechos de los niños y niñas exige recuperar los espacios y que los adultos los apoyen desde lo precario de la vida comunal, a través de abrir la mente y compartir.

Los niños y niñas son ciudadanos con derecho a jugar y opinar, son parte de la sociedad y deben conocerla en su justa medida.

“Comparten todo con los adultos, en la casa, en el colegio, en todas partes… hay que acogerlos, no ocultarles la realidad… así, juntos, la comunidad debe apropiarse de los espacios”.

Teatro Mori Recoleta. Bellavista.
Sábado y domingo, 16.00 horas.
Entrada general $ 5.000; estudiantes y niñ@s, $ 3.000
Hasta el 8 de diciembre.