La Unesco inscribió este jueves las expresiones rituales y festivas de la cultura Congo de Panamá en su lista de Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco, en una reunión de su comité ad hoc en la capital de Mauricio.

Estas expresiones de la cultura Congo engloban la visión contemporánea de una celebración, que emana de los descendientes de esclavos negros de la época colonial.

“Desde muchas generaciones atrás, este elemento del patrimonio cultural ha contribuido a la integración social y constituye un medio de expresión de la alegría y sensualidad de las comunidades congos”, destacó la Unesco.

“Gracias por este reconocimiento que nos hace sentir muy emocionados”, declaró Emma Gómez, Coordinadora General del Programa Salvaguardia del ministerio de Comercio e Industrias de Panamá, en Port-Louis.

“¡Nos sentimos orgullosos!”, agregó exultante Gómez, recordando que esta inscripción es fruto de un largo inventario llevado a cabo en varias regiones del país desde 2013.

De acuerdo a Gómez, la cultura congo “es una de las primeras” registradas en Panamá tras las desarrolladas por las distintas etnias indígenas del país.

“Es una cultura que no solo danza y baila como un grupo folclórico si no que es una cultura que tiene motivos y razones”, añadió.

Entre los eventos más conocidos de esta cultura está la lucha entre los congos y los diablos.

Los primeros, vestidos con harapos sombreros de paja y cubiertos de collares, representan a los esclavos, mientras que los segundos, vestidos de negro y rojo, botines emplumados y máscaras confeccionadas con barro, cartón, papel de aluminio y otros materiales, son los colonizadores europeos.

A ritmo de tamboritos y silbatos, los protagonistas evocan la lucha por la libertad en un ritual que se celebra desde hace más de 400 años en el Caribe panameño.

Portobelo (Caribe), donde se interpreta los más famosos festivales de la cultura congo, fue durante los siglos XVI y XVII uno de los principales puertos y punto de trasiego hacia Europa de toda la riqueza de América, incluido el tráfico de esclavos.

Los esclavos negros escapaban de las plantaciones y se escondían en las montañas, donde crearon espacios donde mantuvieron viva su cultura.

Esta caracterización es protagonizada por familias enteras, que se visten, bailan y hacen sus trajes para la ocasión.

Panamá ya había logrado el año pasado inscribir en esta misma lista los procedimientos y técnicas artesanales de obtención de fibras vegetales para talcos, pintas y crinejas del sombrero pintao panameño.