Esta columna, que refleja mis opiniones personales, se basa en lo que ha aparecido en muchos medios de prensa y en muchas conversaciones sostenidas estos meses. Omito sus nombres porque no me parece justo vincularlos a mis opiniones y, menos, dejarlos expuestos. Es una columna subjetiva alimentada por lo que considero un mal manejo del Ministerio y por la falta de políticas culturales y lineamientos claros, lo que en cierto grado es de larga data y supera a este gobierno.

Ministerio de las Culturas, ministerio del miedo

Arbitrariedad, impulsividad, razzia política, una estrategia bien elaborada para hacer cambios profundos y muy conservadores a la ley e institucionalidad del Patrimonio Cultural. Estas son algunas de las hipótesis que circulan entre rumores y miedo, especialmente

La falta de claridad sobre el actuar del Ministerio de las Culturas, las Artes y el Patrimonio, en especial en relación al despido de personas (vía renuncia no voluntaria o no renovación de contrato), no sólo ha generado muchas especulaciones y elucubraciones (como este artículo), también han llevado a cierta inmovilidad: “el que nada hace, nada teme”.

Primero fue la solicitud de renuncia no voluntaria a Ángel Cabeza, director de la Dibam (cargo de Alta Dirección Pública). Luego se fueron sucediendo las renuncias no voluntarias de Alejandra Serrano, directora del Centro Cultural La Moneda, Pablo Andrade, director del Museo Histórico Nacional y, hace unas semanas, de Roberto Farriol, director del Museo Nacional de Bellas Artes.

A lo anterior se suma el despido -no renovación de contrato- del Servicio del Patrimonio del arquitecto José Piga. Sin embargo, él podrá seguir en el cargo experto en conservación y restauración de monumento indicado en la Ley 17288, cargo que dura tres años (a menos, que por primera vez, sea cambiado antes de cumplir su periodo).

Debemos sumar la renuncia voluntaria –ante despido inminente- de Ana Paz Cárdenas, Secretaria del CMN. Esto, para nombrar los más relevantes.

Las razones para despedir a estas personas (Cabeza, Serrano, Andrade, Farriol) han sido diversas, con un denominador común, a mi juicio: las razones han sido débiles, poco creíbles, al punto de despertar serias dudas, fomentar las elucubraciones, estimular las desconfianzas (mucho más allá de lo que se produce con un cambio de gobierno) y, en especial, generar miedo.

¿El Patrimonio en la mira?

Una de las razones esgrimidas para estos despidos es que todos ellos, salvo Alejandra Serrano, estaban estrechamente vinculados al Patrimonio y al CMN, un espacio donde el actual Gobierno y el Subsecretario de Patrimonio, Emilio de la Cerda, tienen un particular interés: desean modificar las leyes y la institucionalidad, generando un marco más conservador (lease menos ciudadano y participativo) y, para algunos, más proclives a las inmobiliarias.

Para lo anterior es muy importante, y casi esencial para una buena estrategia, sacar a personas directamente vinculadas al Patrimonio y al CMN que tengan un conceptos más participativos, inclusivos y democráticos: Ángel Cabeza, Pablo Andrade, Roberto Farriol, Ana Paz Cárdenas (aunque sin derecho a voto, era la secretaria del CMN) y José Piga. Y si no logran tener reemplazantes a tiempo, bien sabemos que los subrogantes no tienen peso.

Vale destacar en este punto que, en el primer Gobierno de Sebastián Piñera, siendo Emilio de la Cerda Secretario del CMN, este organismo aprobó muy pocas declaratorias, en especial Zonas Típicas y Sitios de Memoria…

Razones Políticas

Otra versión que ha circulado para todas estas desvinculaciones, salvo nuevamente la de Alejandra Serrano, es que todos ellos serían cercanos a Ángel Cabeza, exdirector de la Dibam que mantuvo una larga y dura disputa con Ernesto Ottone y Nivia Palma. Disputas de poder vinculado a la cultura, a diferentes grupos, bandos o “cofradías” artísticas (que responden a distintos factores, como casas de estudio, posturas ideológicas, amistad, entre otros) pero también de mirada y concepción del rubro.

Esta versión, sin embargo, resulta débil, ya que Farriol fue nombrado el 2012 por Piñera y ni él ni Andrade eran cercanos a Cabeza, salvo las relaciones propias generadas por el desempeño de sus cargos.

Impulsividad

Un factor que ha estado presente en las cuatro solicitudes de renuncia no voluntaria es, aparentemente, la impulsividad.

A Ángel Cabeza se le pidió la renuncia luego que apareciera un artículo muy negativo, parcial y con muchas imprecisiones -mal intencionado, dicen algunos-, en un medio de prensa. Otra versión es que el problema había surgido porque, al no estar habilitadas las oficinas de la Subsecretaría de Patrimonio, Emilio de la Cerda le habría pedido la oficina institucional del Director de la antigua Dibam, hoy Servicio del Patrimonio, a Ángel Cabeza, a lo que éste se negó. Eso habría generado gran molestia en Emilio de la Cerda.

La Ministra de las Culturas, basada en la encuesta de consumo cultural, cuestionió la gestión de los centros culturales, responsabilizándolos por la baja concurrencia de público a éstos. Alejandra Serrano le respondió a la ministra, a través de la prensa, diciendo que no se debía generalizar, que el CCPLM estaba cercano al tope de visitantes y que, aumentar las visitras, significaría deteriorar la experiencia de visitar sus muestras. Un par de semanas después fue destituida sin razones de peso.

Pablo Andrade fue abruptamente despedido luego que surgiera una fuerte controversia en redes sociales por una exposición –que se había inaugurado un mes antes, a la que había sido invitada la ministra y no había asistido- por la inclusión de una foto y una cita del general Pinochet (junto a citas e imágenes de Salvador Allende, Patricio Aylwin, Gabirela Mistral, etc., donde perosnajes importantes de nuestra historia daban sus conceptos de libertad).

Alberto Farriol salió luego de que ANATRAP (Asociación de trabajadores del Patrimonio) enviaran una carta acusando a director del MNBA de acoso laboral contra una curadora y de un mal ambiente laboral en la institución. Estas acusaciones han sido rebatidas y Farriol ha sido apoyado por la ANFUDIBAM (Asociación Nacional de Funcionarios de la Dibam) por medio de 3 declaraciones públicas y por una carta firmada por 29 funcionarios del Museo.

A lo anterior se suma una versión que afirma que, a principios de mayo, en un homenaje a Nemesio Antúnez, la Ministra de las Culturas Alejandra Pérez se habría parado y retirado abruptamente del lugar molesta por no haber sido mencionada en los primeros lugares en un discurso inaugural.

Lo concreto es que no hay certezas, todas las diversas razones que se dan son posibles, pudiendo ser complementarias. Muchas razones, por si solas parecen de poco peso, mezquinas, que reflejan inseguridad. O hay un manejo político mucho más estratégico de lo esperado.

En otras palabras, puede haber un actuar impulsivo, por un lado, combinado con otro muy estratégico… una combinación de “miedo”.

Lo cierto es que diversas autoridades y funcionarios están con miedo, un miedo que se siente al hablar o tratar de hablar con algunos de ellos. Un miedo que inmoviliza, lo que puede ser muy dañino en algunos aspectos pero que puede permitir actuar con mayor libertad en otros.

Como sea, el ambiente en algunas instituciones culturales está “cargado”, tóxico, por la incertidumbre y el miedo que las renuncias no voluntarias o la no renovación de contrato han provocado.