En esta selección de películas, titulada “La infancia en el cine”, grandes realizadores abordan este período, no desde la clásica mirada nostálgica sino desde la perspectiva de los niños.

El ciclo de Cine de la Universidad Católica comprendido desde el 31 de agosto hasta el 10 de septiembre, contiene una variada lista de 13 películas nacionales e internacionales dedicada a los más pequeños e incluye un programa especial con los cortos Cero en conducta, de J. Vigo (Francia, 1933); El globo rojo, de Al. Lamorisse (Francia, 1956) y Los mocosos, de F. Truffaut (Francia, 1957), además de largometrajes como El espíritu de la colmena, de V. Erice (España, 1973); Rosetta, de J. Pierre y L. Dardenne (Bélgica, 1999) y Los coristas, de C. Barratier (Francia, 2004), entre otras.

Se dice que los niños aparecieron en el cine casi del mismo modo en que lo hicieron las mascotas: como un aderezo, un elemento más destinado a condimentar las muchas e intrincadas tramas de los inicios de la era muda. Tuvo que pasar un buen tiempo antes que los realizadores pudiesen mirar de frente la inmensa riqueza almacenada en las correrías, los sueños y las sensaciones de la infancia. Y ya nunca torcieron la vista. Algunos de los instantes más puros en la historia del audiovisual han quedado atrapados en las fugaces miradas de quienes despiertan a la vida y la experimentan por primera vez. Por cierto, no todo lo que esos ojos ven es equilibrio y belleza: las feroces imágenes captadas por Robert Bresson, Charles Laughton y los hermanos Dardenne son directo testimonio de que las tragedias vividas por los niños pueden remecer los cimientos mismos de la condición humana, del mismo modo en que las iluminadas obras de Ken Loach, Nicolas Philibert o Richard Linklater consiguen reforzarla y exaltarla. La infancia es un momento en que la vida -nuestra vida- se desenvuelve como si no tuviese límites, pero luego se transforma hasta convertirse, en ocasiones, en un apretado y modular conjunto de recuerdos. El cine está ahí para atrapar, rescatar y ordenar esos fragmentos, para conservarlos como el frágil y precioso tesoro que son.

Programación

La noche del cazador (The Night of The Hunter), de Charles Laughton. Estados Unidos, 1955. 92′

En un pequeño pueblo ubicado en la ribera del río Ohio, un extraño pastor (Robert Mitchum) al que nadie conoce conquista a la viuda Harper. Él sabe que en la casa de la mujer hay oculto un botín de diez mil dólares, escondido por el difunto y del cual sólo los hijos conocen la ubicación. Ahora, sólo resta hacerlos confesar… Filmada por Charles Laughton desde la perspectiva de los niños, lo que parece una desquiciada historia criminal se convierte poco a poco en un fascinante cuento de hadas, con ogro y hada madrina incluida. En pocas ocasiones Hollywood se atrevió a filmar el lado mágico y tenebroso de la infancia. Esta es una de esas.

La guerra de los botones, de Yves Robert. Francia, 1962. 90′

Ya nadie se acuerda cuándo comenzó el odio entre los niños de Longeverne y los de Velran, pero la guerra entre ambos bandos vuelve a armarse cada año, cuando terminan las clases. Claro que la de esta ocasión tiene un ingrediente extra: todo el que caiga “prisionero” perderá los botones de su ropa, como si fueran trofeos que le quitas al contrario. Escrita en 1912 como una novela anti bélica, La guerra de los botones ha acumulado al menos cinco adaptaciones cinematográficas en un siglo, pero la dirigida por Yves Robert -en 1962- es la que se ha impuesto como clásico sin edad.

Mouchette, de Robert Bresson. Francia, 1967. 78′

No hay caso con Mouchette. En el colegio le va pésimo, no tiene amigas y la gente del pueblo la trata como si fuera un animalito del bosque. Saben que vive con un padre alcohólico, que su madre está postrada y a veces la divisan riéndose sola, en la feria de juegos ubicada cerca de la plaza. Pero, ¿quién es realmente esta chica? ¿Qué le gusta? ¿Qué le va a ocurrir cuando crezca y su mundo se ponga aún más difícil de lo que ya es? Adaptando una novela de Georges de Bernanos, el director Robert Bresson atrapa como nadie el comienzo de la adolescencia, el instante en que ésta es más frágil y vulnerable.

Kes, de Ken Loach. Inglaterra, 1969. 112′

Lo que Billy más disfruta en el mundo es ver volar a Kes, el pequeño halcón que un día encontró al borde del bosque y que poco a poco fue domesticando, con la ayuda de un manual que se robó de una librería. Hay algo en el pájaro que le recuerda a él mismo. ¿Será su soledad, su independencia o la posibilidad de llegar y marcharse un día; levantar el vuelo e irse del colegio y de su casa, para aspirar a otra vida y otros horizontes? Considerada uno de los grandes filmes británicos de todos los tiempos, Kes se ha vuelto tan perenne y universal como los sueños del pequeño Billy.

Walkabout, de Nicholas Roeg. Australia, 1971. 100′

De paseo, en pleno desierto australiano, un padre trata de dispararles a sus hijos y luego se suicida. Abandonados a su suerte, ellos comienzan a caminar en busca de agua, pero acaban por toparse con otro niño: un chico aborigen enviado al desierto por sus mayores en un “walkabout”, rito de iniciación tribal que ahora debe compartir con estos blancos, que lucen tan distintos y acaban por ser tan semejantes a él. Infancia implica supervivencia, parece decir cada imagen de esta extraña y vital obra maestra del inclasificable Nicholas Roeg.

Melody, de Waris Hussein. Inglaterra, 1973. 103′

¿El amor que viviste cuando chico puede compararse al que sientes de más grande? Para muchos la respuesta está en Melody, un pequeño clásico del cine inglés en el que dos chiquillos se quieren tanto que deciden casarse. ¿O sólo están jugando a hacerlo? La frontera entre el querer, el hacer y el soñar, está atenuada al máximo en esta fábula condimentada con música de los Bee Gees y algunas de las mejores actuaciones infantiles de la era moderna (sobre todo sus protagonistas, Mark Lester y Tracy Hyde). No será Romeo y Julieta, pero Melody es romanticismo y nostalgia al cien por cien.

Alicia en las ciudades, de Wim Wenders. Alemania, 1974, 110′

De paso por Nueva York tras un largo viaje por Estados Unidos, el escritor alemán Philip Winter se encuentra con una compatriota que le encarga que viaje con su pequeña hija Alice, rumbo a Amsterdam. Según ella, los alcanzará al día siguiente… pero nunca llega a destino. De pronto, Winter se ve convertido en el inadvertido padre postizo de una Alice que sólo quiere ir a casa de su abuela en Wuppertal, Alemania Federal. Sólo que la pequeña no sabe la dirección exacta: su única pista es la foto de una casa, pero sus parientes tal vez ya no viven ahí. ¿Qué hacer? Historia de paternidad contenida dentro de una road movie, Alicia en las ciudades consolidó la carrera de un joven Wim Wenders, y también el trayecto del Nuevo Cine Alemán.

Rosetta, de Jean Pierre y Luc Dardenne. Bélgica, 1999. 93′.

Rosetta ya no tiene tiempo para ir al colegio. Se lo pasa corriendo, todo el día: vive en su casa con una madre alcohólica y, para alimentarla, tiene que trabajar a escondidas. En lo que sea. El problema es que muy pocos están dispuestos a emplearla: la ley belga impide contratar a menores de edad, de modo que Rosetta ha quedado al margen de un sistema que todavía la considera una niña, pero que la obliga a vivir como un adulto y sin ninguna protección legal. Ganadora de la Palma de Oro, en el Festival de Cannes de 1999, la cinta generó un amplio debate social que todavía está en desarrollo. Polémica, pero esencial.

Inteligencia Artificial (A.I.: Artificial Intelligence), de Steven Spielberg. Estados Unidos, 1999. 146′.

Durante muchos años, el cineasta Stanley Kubrick le comentó a su amigo Steven Spielberg sobre sus deseos de filmar la historia de Pinocho, pero ambientada en el futuro y en un mundo de robots. Su voluntad fue cumplida en forma póstuma con la historia de David, un niño androide que –tras ser activado para cumplir la función de “hijo”, y luego abandonado en el bosque por su madre- busca por todos los medios convertirse en humano y así poder volver otra vez a casa. Spielberg y Kubrick se plantearon Inteligencia Artificial como la versión moderna de un cuento de hadas, pero en el camino su película se convirtió en un delicado canto a la infancia perdida y luego recuperada.

Ser y tener, de Nicolas Philibert. Francia, 2002. 104′

Cada mañana comienza igual para los alumnos de profesor López. Llueva, nieve o salga el sol, algunos llegan desde muy lejos para ir a clase en la escuela rural de Saint Étienne, una de las más pequeñas de Francia. Tan chica es, que hay que hacer las clases con todos los niveles juntos. Pese a ello, el año escolar transcurre sin problemas: los niños crecen, juegan y aprenden temporada tras temporada, tal como se suceden las Estaciones. En Ser y Tener, el documentalista Nicolás Philibert consigue uno de los filmes más íntimos y bellos sobre la vida colegial, el proceso de aprendizaje y ser niño en el campo. Película esencial.

Machuca, de Andrés Wood. Chile, 2004. 116′.

Santiago, 1973. Pedro Machuca está listo para iniciar otro año escolar, uno que será muy distinto al anterior: ya no irá a la escuela pública cerca de su población, sino a un colegio particular y de élite, del cual conoce poco y nada. Le dicen que es por su bien, pero el mundo que existe dentro de su nueva sala de clases es muy distinto al Chile donde él vive. Es casi otro país. Convertida en un clásico del cine nacional, la cinta de Andrés Wood es un vívido retrato de la era de la Unidad Popular, pero sobre todo un filme que pone sobre la mesa temas que parecen más actuales que nunca. Democracia. Educación. Desigualdad.

Entre los muros, de Laurent Cantet. Francia, 2008. 128′

Si uno quiere ver qué va cambiando y hacia dónde se dirige un país, quizás debería ir a dar vueltas a un colegio público y meterse a una sala de clases. Ese es el mensaje de este filme de Laurent Cantet, ganador de la Palma de Oro del Festival de Cannes, en 2008. Escrito y protagonizado por el profesor François Bégaudeau a partir de su propio libro autobiográfico, Entre los muros es una mirada brillante a una sociedad en flujo, donde la multiculturalidad, los valores democráticos y los derechos y deberes de los niños -instituciones que Occidente ha dado por sentadas durante décadas- son desafiados y puestos a prueba de forma constante.

Boyhood, de Richard Linklater. Estados Unidos, 2014. 165′

¿En qué momento un niño deja de ser niño? ¿O se trata de un proceso gradual? ¿Una experiencia continua, que nos envuelve sin que nos demos cuenta y que poco a poco vamos dejando atrás? El estadounidense Richard Linklater intentó responder estas preguntas filmando durante doce años la vida de un chico y su grupo familiar, en el corazón de Texas. Pero Boyhood no es un documental, sino un relato de ficción, y uno de los más fascinantes en lo que va del siglo: esto porque la historia del pequeño Mason Jr. de algún modo se intersecta con la de nosotros, con nuestros recuerdos y con el niño que aún llevamos dentro.

Programa especial de cortos:

Cero en conducta (Zero de conduite), de Jean Vigo. Francia, 1933. 41′.

El Globo Rojo (Le ballon rouge), de Albert Lamorisse. Francia, 1956. 35′.

Los mocosos (Les mistons), de François Truffaut. Francia, 1957. 17′.

Desde los filmes de los hermanos Lumière, hasta Adiós a los niños, pasando por Los cuatrocientos golpes y A nous amours, el cine francés ha desplegado un constante interés por la relación entre imagen e infancia, y así queda demostrado en tres notables cortometrajes: Los mocosos (1957) es el primer filme dirigido cabalmente por François Truffaut y es el juguetón testimonio del momento en que una pandilla de chicos se convierte en adolescentes. La dulce anécdota de El globo rojo (1956), que se manda solo por las calles, techos y cielos de París -mientras su pequeño dueño lo persigue-no ha envejecido un minuto desde su estreno hace ya 60 años. En tanto, la autobiográfica Cero en conducta (1933) capta a la perfección la anárquica y original personalidad del genial Jean Vigo, quien se imagina una revuelta escolar como quien arma una revolución. Ningún ciclo sobre cine e infancia puede prescindir de una película como ésta, tan bella y radical.

Itinerario

Datos actividad:

Del 31 de agosto al 10 de septiembre. Miércoles a domingo a las 15.30, 18.30 y 20.45 hrs. Sábado, a las 18.30 y 20.45 hrs.
Lugar: Cine UC, Centro de Extensión, Casa Central Alameda 340, Santiago.
Entrada general $3.000. Convenios 2×1
Teléfono boletería: 22354 6507