Debilitado por la recesión económica y la crisis política que acorrala al gobierno de Brasil, el real anotó el martes una página negra al caer a cuatro unidades por dólar, el menor valor en su historia.
Pocos minutos tras la apertura la divisa brasileña se derrumbó a 4,03 unidades por billete verde y cumplió así el pronóstico del mercado y analistas, que durante días anticiparon que franquearía la barrera de los cuatro reales por dólar en un contexto de fuerte deterioro de la séptima economía del mundo.
Hacia el mediodía, el real caía incluso a 4,047 por dólar, anotando una pérdida de 1,6% respecto al cierre del lunes (3,982 por dólar) y de más de 33% en lo que va del año, según la consultora de mercado CMA en Sao Paulo.
Su declive arrastraba asimismo a la Bolsa de Sao Paulo a la baja: el Ibovespa, su principal indicador, caía un 2,62% hacia las 12h11 (misma hora de Chile), a 45.369 puntos.
“Esta fuerte desvalorización no sólo se debe a la situación económica que Brasil está enfrentando, sino también a la inmovilidad del gobierno. Desde mi punto de vista, parece que el gobierno está perdido, que no dialoga con el Congreso, que llega y envía cosas sin planificar”, comentó a la AFP Angelo Larozi, analista de la corredora Walpires en Sao Paulo.
“Esa falta de diálogo y de planificación está generando esta crisis y presionando el mercado financiero, porque además se perdió el grado de inversión. Todas esas son cosas que se van acumulando como en una bola de nieve que presiona nuestra economía y mercado”, añadió.
Un cóctel amargo
La presidenta de izquierda Dilma Rousseff enfrenta un complejo cóctel que mezcla recesión económica, elevada inflación y alza del desempleo. Su popularidad está por el suelo, la oposición pide su juicio político y el Congreso, en rebeldía, cuestiona su crucial plan de austeridad.
A la inmensa corrupción destapada en la estatal Petrobras, que ha golpeado la economía y llevado a la cárcel a grandes figuras del gobernante Partido de los Trabajadores (PT), se sumó la reciente decisión de la agencia Standard and Poor’s de retirar el grado inversor al país.
Luego de presentar al Congreso un presupuesto en rojo para 2016, el gobierno se arrepintió, dio marcha atrás y ahora defiende la postergación de ajustes salariales y contrataciones del sector público, la eliminación de empleos públicos y ministerios para intentar alcanzar un superávit fiscal primario de 0,7%.
El paquete también contempla reactivar impuestos que ya habían muerto -como uno a todas las transacciones financieras, que enfrenta una gran resistencia- y hacer recortes en el sensible terreno de los programas sociales, una bandera de los gobiernos del PT de Rousseff y su antecesor Luiz Inacio Lula da Silva (2003-10).
“El gobierno tendrá muchas dificultades en aprobar las reformas que el ajuste requiere”, afirmó el analista.
¿Un real a cinco por dólar?
Para muchos expertos, además, las medidas han llegado muy tarde.
El gobierno prevé este año una contracción de la economía de 1,49% -aunque el mercado cree que puede llegar a 3%- mientras la inflación se aproxima a dos dígitos, más del doble de la meta oficial; el desempleo sigue subiendo y también ha caído el consumo, gran motor de la economía en la última década.
Los analistas vaticinan que la recesión se arrastrará todo el 2016. Si esto se confirma, Brasil enfrentará la peor crisis económica en los últimos 85 años, ya que la última vez en que la economía se contrajo dos años seguidos fue en 1930-31.
La moneda brasileña nunca estuvo tan débil como ahora desde su entrada en vigor en 1994 con el Plano Real impulsado por el entonces ministro de Hacienda Fernando Henrique Cardoso, que luego se convirtió en presidente, para combatir la histórica hiperinflación en Brasil.
El mercado y analistas esperan que continúe perdiendo valor y algunos incluso anticipan que puede caer a cinco unidades por billete verde.
“Nosotros por ahora prevemos que puede caer a 4,5 pero la situación puede empeorar”, comentó Larozi.
En las últimas semanas el real ya venía hundiéndose a sus mínimos históricos desde octubre de 2002, cuando el nerviosismo se apoderó del mercado ante la inminente victoria de Lula a la presidencia.
“Un real más debilitado también es malo para la economía, porque hay empresas que tienen su deuda en dólares, los productos importados se hacen más caros y presionan la inflación; se paralizan inversiones porque no hay señales claras y eso provoca despidos”, enumeró Larozi.