Una de las obsesiones de la cultura alimenticia se relaciona con las proteínas y la cantidad de ellas que debiésemos ingerir. A partir de este interés surgen, por ejemplo, la paleodieta o los polvos de proteínas.

La mayoría de las dietas de moda -regímenes- están a favor del consumo proteico y, en definitiva, sabiéndolo o no, todos consumimos buena cantidad de proteínas en nuestros alimentos. Las excepciones suelen ser los vegetarianos, los veganos o aquellos que simplemente y por diferentes razones comen muy poco.

Pero ¿comer pocas proteínas es malo?, ¿cuál es la medida suficiente? Las respuestas son complejas, pues como suele suceder se trata de un espectro amplio de posibilidades y no de una cifra concreta o de valor universal. Vuelven a influir factores como tu peso o tu nivel de actividad física.

Por un momento olvida las cifras exactas, Dawn Jackson Blatner, autor de La Dieta Flexitariana, reveló a la revista “Women’s Health” cinco signos de que deberías aumentar el consumo de proteínas en tu dieta:

1) Te apetece mucho el dulce

Suena poco lógico, cualquier diría que en este caso el deseo sería por un costillar asado o unos cuantos huevos revueltos, pues no. Sucede que una de las labores primordiales de la proteína es la de estabilizar los niveles de azúcar, lo que se traduce en que si te faltan, el nivel de glucosa se altera y tu cuerpo demanda un aporte rápido de algún alimento azucarado, como por ejemplo un chocolate.

2) Te sientes disperso

La concentración depende también de un equilibrado nivel de azúcar en la sangre, por ello puede que te sientas disperso en el trabajo o en en tus estudios. Esto se debe a que no estás teniendo un constante flujo de hidratos de carbono al cerebro, ya que es tarea de las proteínas temporizar la liberación de estos hidratos de manera estable y evitar que lleguen al cerebro solo por momentos álgidos.

Ya lo sabes, si sólo estás consumiendo alimentos poco proteicos es muy probable que tengas “explosiones” breves de energía mental, pero no un estado de alerta constante.

3) Caída del cabello

La proteína actúa como sedimento de todas tus células, donde se incluyen a los folículos capilares. No hay nada que explicar, pues si la base y origen de tu cabello es débil, es corolario que el pelo tenga menos fuerza a la hora de protegerse del viento, el cepillo o del trato que tú mismo le das.

4) Debilidad física

¿Comienzas a notar que tu cuerpo ya no puede cumplir con esa serie de ejercicios que antes podías realizar sin problemas? Lo que puede estar pasando es que tus músculos se están encogiendo al no contar con su necesaria cuota proteica, esencial en su construcción.

5) Te vuelves un enfermizo

No sólo la firmeza de tu cabello y la estructura de tus cuádriceps requieren proteína, ya que también es un elemento fundamental en los compuestos de tu sistema inmunológico. El daño puede ser tan grave que puede manifestarse en grietas en tu piel, que es uno de tus principales sistemas de defensa. Pero la carencia de proteína puede ser mucho menos evidente y manifestarse en un cambio personal que te vuelve más enfermizo en comparación con el resto y contigo mismo.

Ya lo sabes, si manifiestas alguna o varias de estas señales tu cuerpo puede estar advirtiéndote sobre la carencia de proteína en él y sobre la necesidad de tomar medidas al respecto y de confirmar con un médico. Por último, recuerda que el no consumir carnes o derivados animales no es excusa para no cuidar tu nivel de proteínas, ya que, por ejemplo, puedes adquirir dicho nutriente desde legumbres como la soja o los guisantes, en el maní, en la quinoa o en la avena.