El dolor de cabeza es un estado muy variado y amplio que incluye desde cuadros benignos, hasta cuadros potencialmente muy graves y amenazantes de la vida. Existen dos tipos clásicos, la migraña y la cefalea de tipo tensional, la cual es más frecuente en mujeres.
“Entre los antecedentes a considerar para realizar el diagnóstico médico está la historia y patrón de presentación de la cefalea, el examen físico neurológico, la edad del paciente, las enfermedades intercurrentes, como cáncer, VIH, enfermedades del colágeno, o procesos fisiológicos específicos, como el embarazo o puerperio. Se acompaña de un estudio de imágenes, cuyo objetivo es excluir otros cuadros, condiciones de alarma, más que confirmar la migraña”, dice Teresa Cuevas Rodríguez, docente de la Facultad de Enfermería de la Universidad Andrés Bello.
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¿Qué es la Cefalea Tensional?
“Típicamente el dolor es descrito como un cintillo o casco, de carácter opresivo, alrededor de la cabeza, generalmente es holocráneo, si bien puede ser lateralizado en intensidad, y se puede extender a cuello posterior y hombros. Hay por lo general dolor en las masas musculares occipitocervicales, temporales y frontales”, dice la enfermera.
“En su forma pura no hay síntomas de compromiso neurovegetativo (síntomas gastrointestinales y alteración visuales o auditivas), hecho relevante en el diagnóstico médico diferencial con las migrañas. Además, en general, el dolor no es un factor limitante en las actividades de vida diaria”, agrega.
La cefalea tensional se asocia frecuentemente a estados de ansiedad, depresión y otros cuadros sicosomáticos como el síndrome de intestino irritable.
“Existen dos formas: la cefalea tensional de tipo episódica y la cefalea crónica diaria de tipo tensional, en que la diferencia fundamental está dada por su duración, estableciéndose arbitrariamente que la episódica es aquella que afecta menos de quince días en el mes y que puede durar de minutos a días en forma continua”, comenta la profesional.
“Otra característica habitual de este tipo de dolor es su periodicidad, objetivándose periodos en que la cefalea está presente con más intensidad y frecuencia, para disminuir o incluso ceder por un tiempo, para luego reaparecer”, dice.
“Es discutible si la cefalea de tipo tensional y otras enfermedades subyacen en la persona o si son causa-efecto; es así como se ha planteado la depresión y los trastornos de ansiedad, como factores más bien relacionados con causalidad, por otro lado el síndrome de intestino irritable es claramente comorbilidad, al igual que síntomas mimetizadores de crisis de pánico, principalmente palpitaciones”, comenta la docente de la U. Andrés Bello.
Precaución
Constituyen signos o síntomas de alarma en una cefalea:
Inicio agudo en un paciente sin historia previa (cefalea en trueno)
Sufrir la “peor” cefalea de todas
La cefalea que cambia su patrón de presentación en relación a episodios previos.
Con síntomas inusuales de presentación en relación a episodios previos.
Si se inicia en el mayor de 50 años.
Que se acompaña de algún déficit neurológico focal.
Asociada a baja de peso o algún signo indicador de posible neoplasia.
La cefalea en el paciente con cáncer diagnosticado.
La cefalea en un paciente con VIH/SIDA o sospecha de él.
Asociada a alteraciones en el fondo de ojo.
La cefalea con signología meníngea
La cefalea febril
Cefalea por ejercicio, tos, valsalva o cefalea coital
Tratamiento
El tratamiento de una cefalea de tipo tensional en cualquiera de sus formas, debe estar indicado por un médico especialista.
Analgésicos como AINES, paracetamol, opiáceos: “el uso de ellos puede causar efecto de rebote, por abuso de analgésicos, especialmente en el caso de los opiáceos.
Para evitarlo se usa el tratamiento de mantención y en este caso resulta particularmente útil los antidepresivos triciclitos, en dosis bajas, asociaciones con relajantes musculares”, explica la enfermera.
“Otro grupo de fármacos son del tipo estabilizadores neuronales. El uso de toxina botulínica, ha mostrado utilidad en algunos trabajos”, agrega.
“También hay tratamientos alternativos, que incluyen terapia física, técnicas de relajación, ‘biofeedback’, acupuntura, etc. todos ellos con algún grado de éxito, no superando el 30 a40%”, concluye la docente de la U. Andrés Bello.