Algunos cambios físicos repentinos y el cansancio excesivo pueden ser señal de Resistencia a la Insulina. Aunque no es una enfermedad grave propiamente tal, puede llegar a serlo si no cuidas tu salud con dedicación.
Pero ¿de qué se trata esta enfermedad? Una publicación de la American Diabetes Association, explica en simples palabras que la hormona de la insulina es la encargada de “abrir la puerta” de las células de nuestro cuerpo para que reciba la glucosa de los alimentos que ingerimos.
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El páncreas es el encargado de producir esta hormona, sin embargo, cuando una persona sufre de Resistencia a la Insulina, este órgano comienza a producir más insulina para lograr normalizar la función de traspaso de energía a las células. Según se detalla, al comienzo no hay mayores problemas, pero cuando la glucosa no logra cumplir su función, comienza a acumularse, originando el caos.
Lo que hace que ésta sea una enfermedad de cuidado, es que si no se controla se podría desencadenar una pre diabetes o incluso diabetes, lo que aumenta las posibilidades de sufrir enfermedades cardiovasculares, entre otras.
Existen factores de riesgo que incrementan la posibilidad de padecer esta enfermedad: Sedentarismo, antecedentes familiares de diabetes, presión arterial elevada, colesterol y triglicéridos altos y el sobrepeso u obesidad.
Este último punto es uno de los que más está afectando a nuestro país. En Chile y según cifras que maneja el Ministerio de Salud (Minsal) a partir de un estudio realizado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), somos el quinto país con más casos de diabetes y el sexto en obesidad a nivel mundial.
No hay síntomas que se manifiesten a causa de la Resistencia a la Insulina, sin embargo, se pueden presentar algunos signos, como manchas oscuras en los pliegues del cuerpo (cuellos y brazos principalmente) y cansancio excesivo.
La forma de diagnosticar es mediante un examen de intolerancia a la glucosa con insulinemia, además de algunas pruebas de sangre que pueda pedir el médico.
Uno de los aspectos positivos de esta enfermedad es que el cuidado que se necesita no genera tratamientos costosos, sino que un cambio en la forma de vida: Comidas saludables, preferir alimentos ricos en fibra, dejar los dulces y las frituras, realizar ejercicio y algunos medicamentos que ayudan a regular la insulina.
Es por todo lo anterior que la población que padece obesidad y factores genéticos, son los más propensos a desarrollar esta silenciosa enfermedad.