Tres futbolistas de un equipo mexicano de tercera división, incluyendo a dos menores, fallecieron en una balacera contra el autobús de su equipo en la convulsa región de Guerrero, donde nuevos enfrentamientos dejaron al menos nueve muertos.
El autobús de Avispones de Chilpancingo circulaba la noche del viernes por un paraje de la ciudad de Iguala, a unos 100 km de la capital de Guerrero que da nombre al club, cuando un grupo de desconocidos disparó al vehículo.
Le hecho provocó la muerte de tres jugadores y el conductor, indicó la secretaria de seguridad pública de Iguala.
Asimismo, el ataque dejó herido al entrenador Pedro Rentería Lozano y a otros nueve miembros del equipo, que se encuentran fuera de peligro.
La misma noche del viernes, tres jóvenes estudiantes de la universidad rural para maestros de Ayotzinapa también fallecieron por impactos de bala mientras protestaban en Iguala (140.000 habitantes) contra la discriminación de la que dicen ser víctimas, confirmó la misma secretaría de seguridad local.
Un primer estudiante habría muerto por los disparos de policías municipales tras una persecución a raíz de la retención de tres autobuses de pasajeros por parte de los manifestantes, denunció el Frente Unido de (universidades) Normales Públicas del estado de Guerrero.
Esa persecución dejó otros 10 heridos y al menos 20 detenidos, señaló la agrupación.
Posteriormente, los estudiantes fueron agredidos por varios desconocidos armados con rifles de alto calibre en otro punto de Iguala cuando emitían su postura sobre el enfrentamiento previo con la policía.
En este tiroteo, que duró unos 15 minutos, murieron dos estudiantes más y una mujer y un taxista que se encontraban cerca de la zona, confirmó un jefe policial de la ciudad.
Iguala es una ciudad al noreste de Guerrero que sirve de entrada a la llamada subregión de Tierra Caliente, donde los cárteles esconden laboratorios de drogas sintéticas y cultivos de marihuana.
El jueves se reportó la muerte de otras siete personas en otros puntos del estado, cinco de ellos en un pueblo próximo a Tlatlaya, donde se investiga la presunta ejecución extrajudicial por parte de militares de 21 supuestos delincuentes.