Hay tarjetas rojas justificadísimas por una patadas, otras discutibles según el criterio del observante y otras que son definitivamente curiosas.

Jugaban uno de los clásicos rusos Zenit de San Petersburgo y Spartak de Moscú. Ganaba Zenit por 2-1 con un discutible lanzamiento penal en el minuto 83. Tras cartón, la carga visitante permite al delantero Emmanuel Emineke para alcanzar el empate.

El jugador sale corriendo y festeja golpeándose repetidamente su brazo izquierdo, situación que el árbitro Vladimir Kazmenko advirtió y expulsó de inmediato al goleador, que pasó de héroe a villano sin escalas.

Según muchos, el árbitro creyó ver un corte de mangas dirigido a su persona tras el cuestionable fallo durante el segundo tiempo. De hecho, el juez hace ver al resto de la plantilla que esa es la razón de la tarjeta roja.

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