El gobierno brasileño amplió el jueves el alcance del impuesto a las captaciones en el exterior para disminuir la entrada de dólares al país y frenar el alza del real, y advirtió que se defenderá de la “guerra cambiaria” de la que acusa a los países desarrollados.

El gobierno anunció que el Impuesto a Operaciones Financieras (IOF) de 6% que antes se aplicaba a las captaciones externas a plazos de hasta dos años, pasará a aplicarse a las de hasta tres años. El IOF tasa préstamos y emisiones de títulos de empresas y bancos en el exterior.

Brasil intenta impedir la veloz valorización del real que ha ganado más de 9% en lo que va del año sobre el dólar, una situación que el gobierno califica de “guerra cambiaria” porque perjudica la competitividad del comercio y de la industria brasileños, mientras favorece a europeos y estadounidenses.

“El gobierno (de Brasil) no asistirá impasible a la guerra cambiaria, tenemos que defendernos”, advirtió el ministro de Hacienda, Guido Mantega, en una rueda de prensa.

Brasil “continuará adoptando medidas para impedir que el real se valorice y perjudique la producción brasileña”, añadió.

Las críticas brasileñas están dirigidas a las políticas que Estados Unidos, Europa y Japón están aplicando para enfrentar la crisis, con grandes paquetes de crédito e intereses bajos.

Según el gobierno brasileño, esto se traduce en enormes volúmenes de dinero que llegan a los mercados y luego a países como Brasil, que ofrece altas tasas de interés, pero cuya moneda se deprecia con tal aluvión de divisas.

La presidenta Dilma Rousseff acusó el jueves a los países desarrollados de provocar un “tsunami monetario” al intentar salir de la crisis con medidas que inundan los mercados de dinero, y se comprometió a impedir “que los métodos de salida de la crisis de los países desarrollados impliquen la canibalización de los mercados de los países emergentes”.

Mantega denunció que “está sobrando dinero” en los mercados porque el crédito aplicado por los países desarrollados “no va al inversionista o al consumidor, sino al sector financiero, que tiene que aplicar ese recurso” en países como Brasil, con altas tasas de interés.

“Es la llamada guerra cambiaria; esa política de expansión monetaria desvaloriza las monedas de esos países y valoriza la de Brasil”, y cuando eso ocurre, “disminuye nuestra competitividad, las exportaciones son más caras y los productos importados más baratos”, afirmó.

Las empresas brasileñas también aprovechan la situación para traer dinero del exterior y colocarlo en el país.

Mantega explicó que tal como ha sucedido en los últimos días, el Banco Central seguirá comprando dólares en el mercado brasileño para reducir la liquidez y defender el real, y que el gobierno seguirá aplicando medidas que le quiten rentabilidad a la entrada especulativa de divisas. Aseguró que la inversión productiva, el dinero a largo plazo, no será afectado.

La medida del jueves no consiguió contener el alza del real, que se valorizó 0,17% este jueves, a 1,71 unidades por dólar.

“Los flujos internacionales son empujados por la enorme liquidez que los bancos centrales arrojaron en sus economías y es poco probable que esta medida -la ampliación de los plazos en los créditos externos que serán tasados con 6% de IOF- detenga la valorización del real”, estimó el economista Pedro Paulo Silveira, de la sociedad de valores TOV.