Aldea El Molino | Imagen: Alberto González

Aldea El Molino | Imagen: Alberto González

El Molino es uno de los campamentos de damnificados más grandes del país y está ubicado a la entrada de Dichato en medio de unos bosques. En él viven cerca de 450 familias, con un total cercano a las 3.500 personas, en donde deben compartir baños, ubicados a unos metros de sus viviendas de 20 metros cuadrados.

Pero a pesar de todo no se muestran abatidos, una lugareña nos sonríe y dice: “No hay nada que celebrar, pero mucho que agradecer”. Claro, si el terremoto y posterior tsunami provocó la muerte de 524 personas, y aún hay 31 desaparecidos.

El estar con vida ya es una razón para estar agradecidos, en especial cuando se está con la personas que uno más quiere, como Pedro, quien a pesar de ser no vidente, se las arregla para sobrevivir junto a su mujer.

Nos cuenta que se había colocado los anillos de compromiso unas semanas antes del terremoto, ilusionado en contraer matrimonio prontamente, y a pesar de la carástrofe, en julio decidieron casarse en una sencilla ceremonia.

Pedro y su señora | Imagen: Alberto González

Pedro y su señora | Imagen: Alberto González

Según el flamante esposo, a pesar de las circunstancias, prefería estar junto a su mujer “para darse apoyo mutuo”, aunque han surgido dificultades que les ha puesto a prueba su felicidad.

Hace 3 meses les entregaron una mediagua, pero no tenía suministro eléctrico. Y desde este tiempo viene luchando para lograr que la empresa CGE le instale la luz.

“Me gustaría que ellos se pusieran la mano en el corazón, y se den cuenta que uno no pidió estar en estas condiciones”, sentencia.

Luego de contarnos su historia se aleja junto a su mujer, mientras algunos vecinos del campamento comienzan a endender velas al borde del camino de ripio, para recordar a los que ya no están y los que aún permanecen a la espera de una vida digna.