Tras la victoria electoral que el domingo la consagró como la primera presidenta de Brasil, Dilma Rousseff encara la transición para suceder a su mentor, el popular mandatario Luiz Inacio Lula da Silva, y una campaña para darse a conocer en la escena internacional.

Dilma Rousseff | Wikipedia

Dilma Rousseff | Wikipedia

La flamante mandataria electa ingresó al club de las mujeres poderosas de la política mundial, con Angela Merkel (canciller alemana); Hillary Clinton (secretaria de Estado estadounidense) y Cristina Kirchner (presidenta de Argentina).

La heredera del presidente Lula, de 62 años, fue electa con casi 56 millones de votos, diez millones más que su adversario, el opositor José Serra, tras una durísima y desgastante campaña, y asumirá el poder el 1 de enero.

Este lunes Rousseff dijo que ahora encarará “el proceso de transición” y que dará a conocer su gabinete conforme lo vaya organizando por áreas.

“No digo que voy a anunciar un bloque entero, todo el gobierno, pero pretendo no hacer anuncios fragmentados, esparcidos, sino por áreas”, afirmó a la TV Globo.

La elección del domingo mostró que “la población votó por la continuidad de este gobierno”, declaró por su parte a la AFP el ministro de Hacienda, Guido Mantega, quien garantizó que Rousseff continuará las políticas de responsabilidad fiscal y distribución de renta que catapultaron a Lula a una popularidad récord.

La mandataria electa insistió en que tendrá “como misión” “continuar el proceso de transformación de Brasil” iniciado en 2003 por Lula.

La líder oficialista agradeció a Lula su respaldo y dijo que acudirá a él con frecuencia durante su gobierno, al tiempo que delineó su proyecto: una política económica responsable que priorice crecimiento económico y control de la inflación, y el “compromiso fundamental de erradicar la miseria”, en la que viven 20 millones de brasileños.

Roussef también anticipó que usará “todas las armas” necesarias para impedir que la llamada “guerra de divisas” afecte la industria brasileña.

“Una de las cosas más importantes son las reuniones multilaterales en las que quede claro que, por ejemplo, vamos a usar todas las armas para impedir el ‘dumping’ (o una) política de precios que perjudique a la industria brasileña”, afirmó.

Con una mayoría variopinta en el Parlamento, Rousseff enfrenta el reto inmediato de encuadrar a sus diez partidos aliados y formar un gabinete en el que seguramente estarán ministros de peso del actual gobierno.

Por su parte, Lula declaró que no buscará integrar el gobierno de Rousseff. Aunque “soy compañero de Dilma, lógico que voy a discutir con ella muchas cosas”, indicó.

Fuentes del PT consultadas por la AFP señalaron que Lula ejercerá como un “consejero”.

Rousseff inaugurará en estos dos meses su presencia internacional, una esfera en la que Brasil ha ganado una importancia creciente, ya que aspira a ser la quinta economía del mundo en pocos años, y en la que Lula se ha convertido en una superestrella.

La próxima semana Rousseff acompañará a Lula a la Cumbre del G20 en Corea del Sur que reunirá a los líderes de las grandes economías industrializadas y emergentes, con una escala en Mozambique, informó el lunes el ministro de Planificación Paulo Bernardo, a la estatal agencia Brasil.

Hasta cuando entregue el poder, Lula pretende participar en un maratón de foros a los que quiere llevar a su heredera, entre ellos la cumbre Suramericana en Georgetown, la del Clima de la ONU en México, y una del Mercosur ampliada de la que será anfitrión en diciembre.

La próxima presidente de Brasil, de ancestros búlgaros, es una mujer divorciada, madre de una hija y abuela de un nieto nacido durante la campaña electoral. Tuvo una agitada juventud, cuando fue guerrillera contra la dictadura, sufrió cárcel y tortura.

Rousseff, que nunca había participado como candidata en una elección, ejerció el cargo de mayor responsabilidad en el gobierno de Lula como ministra jefa de gabinete, y el presidente la sacó del anonimato para convertirla en su sucesora.

En medio a las felicitaciones llegadas de todo el mundo, Rousseff recibió el lunes la de los obispos católicos, tras una campaña en la que aborto y religión amenazaron su liderazgo.