Los padres de Florencio Ávalos pasaron en pocos segundos de una alegría intensa a una pesadilla en la madrugada del miércoles, cuando la subida a la superficie de su hijo, quien estuvo atrapado 69 días en el fondo del yacimiento San José, desató un pugilato mediático.
Apenas el padre, la madre y los otros miembros de la familia del primero de los 33 mineros en salir de las profundidades comenzaron a abrazarse en su carpa al ver por televisión a Florencio reencontrarse con su mujer y su hijo de 7 años, se vieron rodeados por cientos de periodistas que luchaban para filmar sus reacciones.
Mientras los periodistas se hacían espacio a codazos para poder interrogarlos, la carpa comenzó a estremecerse y una persona cercana a los Ávalos se enojó: “Tranquilo, tranquilo”, dijo Alberto, tío de Florencio Ávalos, tomando a esta persona por los hombros.
La madre de Florencio, María Silva, que vio el rescate de su hijo tapándose el rostro con un sombrero con los colores de Chile, espetó a los periodistas un imperativo “¡Salgan!”, y asustada, llegó a golpear a algunos con una bandera chilena.
Su esposo, Alfonso, abandonó el lugar y fue perseguido por periodistas que incluso voltearon una carpa en su carrera para alcanzarlo. Finalmente recaló en el comedor del campamento bajo la mirada pasiva de la policía.
Unos 2.000 periodistas llegaron del mundo entero para cubrir el rescate de los 33 mineros, convertidos en héroes planetarios desde que fueron hallados vivos el pasado 22 de agosto, 17 días después de que un derrumbe los atrapara bajo tierra.
El fin de semana pasado, algunos familiares de los mineros atrapados expresaron cierta exasperación frente al tumulto mediático.
Los Ávalos, quienes han estado más de dos meses cerca de la mina tras el accidente, no habían puesto hasta ahora ningún problema para que los periodistas ingresaran a su carpa.
Centenares de camarógrafos, fotógrafos y reporteros pudieron observar a la familia, que seguía con calma el rescate de Florencio.
Al comienzo de las operaciones, el ambiente era incluso muy agradable, y hasta se cantó el himno nacional. Un pastor vino posteriormente con una guitarra para entonar cantos religiosos sumándose a la emoción de la familia.
Pero cuando la cápsula llegó al fondo de la mina para rescatar a Florencio, su padre, quien seguía el devenir de la operación atento desde la carpa, se levantó y comenzó a abrazar a sus familiares. Los camarógrafos empezaron a quejarse de los fotógrafos que les tapaban la vista y el pugilato comenzó.
Y la alegría se ensombreció. Cuando Alfonso se refugió en el comedor, una voz femenina gritó. “Pedimos a los medios respetar. Que no empujen”.