Un nuevo deslave se produjo la noche del miércoles en una ciudad cercana a Rio de Janeiro, y mientras los bomberos buscan sobrevivientes entre los escombros, la defensa civil vuelve a aumentar el trágico balance de las lluvias que se abaten sobre el estado: 145 muertos.

Imagen: que.es

Unas 45 casas, 30 de ellas con sus habitantes dentro según los bomberos citados por la local TV Globo, resultaron arrastradas a las 21h30 locales (00H30 GMT) en la ciudad de Niteroi, unida a Rio por un puente. Unas 20 personas habían sido rescatadas con vida a la medianoche local, 25 estaban heridas, y tres habían muerto.

Las imágenes del deslizamiento de tierra, una amenaza temida por las autoridades que exhortan a los moradores de viviendas en riesgo a abandonar sus casas, eran transmitidas desde un helicóptero, que tuvo que dejar el lugar para que los socorristas pudieran escuchar los pedidos de auxilio de las víctimas atrapadas.

Este nuevo derrumbe ocurre luego de una jornada en la que Rio tenía la esperanza de comenzar a recuperarse de la tragedia que la golpea desde el lunes.

Pero las cifras siguen aumentando conforme avanzan las tareas de rescate, y ya son 145 los fallecidos confirmados, informó la Defensa Civil a la AFP. Por otro lado, se suman las tres víctimas de Niteroi, un deslave que podría agravar la catástrofe.

No existe un blance exacto de desaparecidos, pero fuentes coincidentes señalan que son varias decenas solo en Niteroi y Rio de Janeiro.

Según datos divulgados por la prensa local que no pudieron ser confirmados por la AFP, el número de desalojados alcanza los 14.000, en medio de llamados de las autoridades a que muchas personas dejen sus casas, en peligro de derrumbe.

La mayoría de los casos fatales se concentran en la capital del estado, Rio de Janeiro, con 46 fallecidos, y en la ciudad satélite de Niteroi, que contaba 67 muertos antes de la noche del miércoles, debido a aludes de lodo en las favelas, barrios pobres construidos irregularmente en las colinas, donde familias enteras quedaron enterradas.

Sólo en Morro dos Prazeres (Cerro de los Placeres, en castellano), cerca del centro de la capital, murieron 15 personas sepultadas por un deslave. Fotógrafos de la AFP en el lugar indicaron que todavía es extremadamente difícil el acceso a la zona, que parece un campo arrasado.

El gobernador del estado de Rio de Janeiro, Sergio Cabral, y el alcalde de la capital, Eduardo Paes, pidieron el miércoles al gobierno federal una ayuda de emergencia de 208 millones de dólares para afrontar los daños causados por el temporal, y anunciaron medidas paliativas para el futuro.

Según dijeron, parte del dinero se utilizará de urgencia para apuntalar y fijar las laderas con favelas en riesgo de derrumbe, y otra parte para obras de vialidad en zonas muy afectadas y claves para la circulación de los cariocas.

Paes indicó que hasta 2.000 familias que viven en favelas podrían ser trasladadas a otras zonas, para evitar que continúen en riesgo en caso de anomalías climáticas. El funcionario no precisó sin embargo en dónde serían reubicadas.

El clima fue más benévolo en la jornada del miércoles, con varias horas de sol, aunque las lluvias volvieron por la tarde.

La ciudad se mantiene en “alerta máxima todavía”, principalmente por la cantidad de agua encharcada en algunas zonas densamente pobladas, que amenaza con derrumbar viviendas, explicó Paes.

El papel de las autoridades fue duramente cuestionado el miércoles por la prensa brasileña. El diario O Globo, de Rio de Janeiro, tituló en letras enormes: “¿Dónde está el plan de emergencia?”.

Las “tragedias de las lluvias en Rio se repiten hace 40 años y el poder público no logra reaccionar”, deploró el periódico.

Rio de Janeiro, que será sede de los Juegos Olímpicos de 2016, cuenta con unas 1.000 favelas, muchas de ellas instaladas en zonas expuestas a las inclemencias del tiempo. En esas áreas ocurrieron la mayoría de los decesos por causa del temporal.

Las lluvias que cayeron entre lunes y martes y en la madrugada del miércoles constituyeron, según las autoridades, el peor temporal de los últimos 44 años en esta ciudad de 11 millones de habitantes (6 millones sin contar las zonas suburbanas), erigida entre el mar y las montañas.