El ex presidente Bill Clinton regresó el viernes a Haití para coordinar los esfuerzos de ayuda internacional a este país arrasado el 12 de enero por un terremoto que dejó más de 200.000 muertos y miles de damnificados, que reclaman agilizar la distribución de comida.

La visita se produce un día después de que un grupo de 10 misioneros estadounidenses fuera inculpado en Puerto Príncipe de secuestro de menores y asociación criminal por haber intentado sacar del país 33 niños haitianos sin permisos, un caso que distrajo la atención de la prensa mientras millones de personas exigen una ayuda más masiva y rápida.

Consultado por la AFP sobre la eventual liberación de los diez detenidos, declaró: “Eso no forma parte de mi potestad”.

“Sé que el Departamento de Estado y el Gobierno han sostenido discusiones sobre este tema”, agregó el ex gobernante a su salida de la sede provisoria del gobierno haitiano, en una comisaría de la policía en el centro de la capital.

Clinton, designado por el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, para coordinar la ayuda internacional, tenía previsto tamibén visitar un hospital en el país caribeño que da pocas señales de recuperación tras la devastación del sismo que golpeó a la nación más pobre de la región.

En París, el jefe de la diplomacia estadounidense para América Latina, Arturo Valenzuela, llamó el viernes a la región y a la Unión Europea (UE) a salvar las diferencias políticas para estrechar la colaboración en Haití y ampliarla a todo el continente.

“La inmensa manifestación de solidaridad y toda la ayuda que llegó a Haití desde las Américas y el mundo entero demuestran de manera dramática las estrechas relaciones que mantenemos como naciones”, subrayó Valenzuela en una conferencia organizada en París por el Instituto francés de las Américas (IdA).

En ese sentido, Bill Clinton justificó el retraso que registran las entregas de ayuda humanitaria a los haitianos.

“Las oficinas de los líderes del país están destruidas (…) Gracias a Dios todos los ministros sobrevivieron, pero perdieron a muchos familiares y a muchos colaboradores”, destacó.

Y la misión de Naciones Unidas “perdió a su líder, a su adjunto y sufrió la mayor pérdida de vidas en la historia de la ONU. Entonces la estructura que normalmente daría respuesta en un caso así resultó terriblemente dañada”, enfatizó.

A más de tres semanas del terremoto, Puerto Príncipe sigue virtualmente paralizada, atestada de campamentos de refugiados, muchos de ellos en condiciones insalubres, y dependiendo de la buena voluntad de organizaciones distribuidoras de comida, carpas y asistencia médica.

La mayoría de sus más de dos millones de habitantes conviven entre escombros, debajo de los cuales todavía yacen cuerpos, en momentos en que el último balance oficial dio cuenta de más de 200.000 muertos, más de 4.000 amputados y 300.000 heridos, dijo a la AFP el primer ministro, Jean-Max Bellerive.

En este contexto, la orquesta juvenil de la escuela de música de la Sainte Trinité realizará un concierto en Kay Nou, un centro comunitario donde se instalaron carpas de damnificados, con los intrumentos recuperados de los escombros de un conservatorio que era parte de un sistema de orquestas para jóvenes desfavorecidos de Haití, que recibe ayuda de la Organización de Estados Americanos (OEA).