Yoán ganaba 25 dólares al mes como informático en una empresa estatal; pero a su bolsillo llegaban 500 vendiendo Internet, un servicio que muchos cubanos contratan en su vasto y surtido mercado negro, burlando el control del gobierno sobre el acceso a la red.
En su trabajo, Yoán administraba 10 cuentas de funcionarios autorizados al acceso a e-mail y alquilaba sus contraseñas a clientes “de confianza” bajo dos reglas: “conectarse de noche o madrugada” y “nada de páginas políticas”.
“Estaba en ese negocio porque mi salario no me daba para vivir. Hace poco hubo una auditoría, rastrearon números telefónicos y un cliente habló. Me echaron del trabajo y pagué 1.500 pesos (60 dólares) de multa”, dice a la AFP el joven de 31 años.
Yoán, que tampoco podrá ejercer su profesión durante cuatro años, era un hilo de la telaraña que conecta a los cubanos a la red ilegal: de 10 a 15 dólares al mes cuesta tan sólo el servicio de correo, 50 navegar en Internet o 1 dólar por mensaje de correo enviado o recibido. Negocio que el gobierno de Raúl Castro persigue en su ofensiva contra lo ilegal.
“Para un cubano todo eso es dinero. Pero necesito estar en contacto con mis amigos y el mundo. No puedo pagar Internet ‘underground’ (subterráneo), así que tengo sólo correo. Me conecto de noche como pide mi proveedor clandestino”, dice Aida, ex camarera de 38 años.
Las cuentas que Yoán manejaba eran sólo de correo. “Hay problemas de seguridad en la red oficial y para un informático no es difícil colarse por esos huecos. Hice una maraña para que se pudiera navegar y cobrar no 15 sino 50. Con 10 clientes resolví mucho en casi un año”, afirma.
La conexión en Cuba es satelital. El embargo de Estados Unidos le impide el acceso a cables submarinos que pasan cerca de sus costas, lo que, según el gobierno, encarece y limita el servicio, y debe priorizar el uso social: empresas estatales y extranjeras, centros de investigación o académicos, o profesionales en sus casas como los médicos.
Pero en Washington, disidentes y otros críticos del gobierno comunista aseguran que Cuba igual que China restringe el acceso para coartar la libertad de información y controlar opiniones contrarias al régimen unipartidista, por lo que bloquean sitios opositores o blogs como el de Yoani Sánchez por considerarlos “subversivos”.
Los cubanos tienen servicio de correo en puntos estatales a 1,5 dólares la hora y pueden acceder a la red mundial en hoteles que venden tarjetas a 7 dólares la hora, prohibitivo cuando el salario mensual promedia los 20 dólares.
“¡Qué va! No puedo pagar eso, así que tengo correo ‘por la izquierda’ (ilegal) para comunicarme con mi papá que vive en Miami. Nunca escribo de política. No me pongo a gusanear (contrarrevolución)”, dice Marilis, estudiante de derecho de 23 años.
Raúl Castro liberó hace dos años la venta de computadoras, pero Internet sigue limitado. En 11,2 millones de habitantes hay apenas 1,4 millones con acceso a la red y 630.000 ordenadores, según cifras oficiales.
“Hace días (que) no me puedo conectar, seguro mi proveedor vende la misma cuenta a varios, suena ocupado, se cae y es lentísimo”, se queja Rita, con correo clandestino desde que compró por 750 dólares su ordenador en el mercado negro, cuando la venta estaba prohibida.
El viceministro de Informática, Ramón Linares, dijo hace poco que se aumentó la conexión a una velocidad de 209 megabits de salida y 379 de entrada -mínima como ancho de banda pues es para todos los usuarios en Cuba-, por lo que seguirá lenta y vedadas las cuentas individuales, aún cuando opere en 2011 un cable submarino desde Venezuela.
“Aún si se resuelve lo técnico, no tendremos acceso libre. Está claro, los que dirigen el país deciden qué información puedes consultar, qué libros leer y hasta adónde puedes viajar, si es que finalmente logras hacerlo”, se queja Aida.
Más allá de la política, muchos cubanos siguen comunicándose con sus parientes de afuera, husmeando en la red, poniéndose al día, revisando el horóscopo y hasta sumándose al boom de las redes como twitter o facebook.