El organizador del Mundial de fútbol 2010 en Sudáfrica pidió este martes a las autoridades angoleñas que asuman su responsabilidad, pues “conocían los riesgos de un ataque terrorista”, mientras un segundo grupo independentista de la región angoleña de Cabinda reivindicó el ataque contra el equipo de Togo.

El organizador del Mundial 2010 de fútbol en Sudáfrica, Danny Jordan, afirmó que Angola conocía “los riesgos de un ataque terrorista” y por ello tenía la obligación de garantizar la seguridad de los participantes en la Copa de Africa Naciones.

“¿Cuánto hace que sabemos que hay un grupo separatista en Angola y que había posibilidades de un ataque? Se sabía”, dijo el responsable a la AFP.

“Por eso, incumbe a la nación anfitriona (del torneo) la responsabilidad de tratar esos asuntos”, agregó Jordan, jefe del comité local de organización (LOC) del Mundial-2010, que se llevará a cabo en Sudáfrica del 11 de junio al 11 de julio de este año.

El viernes pasado, el autobús del equipo togolés fue ametrallado durante unos veinte minutos al ingresar en Cabinda, enclave angoleño ubicado entre República Democrática del Congo y Congo-Brazzaville, escenario de un conflicto separatista desde hace 35 años.

El ataque había sido reivindicado inmediatamente después por el Frente de Liberación del Estado de Cabinda-Posición Militar (FLEC-PM), una fracción disidente del Frente de Liberación del Estado de Cabinda-Fuerzas Armadas Cabindesas (FLEC-FAC).

Pero un portavoz del FLEC-FAC, Jean-Claude N’Zita, asesor del jefe de esa formación, aseguró el martes que fueron sus hombres los que cometieron el ataque que costó la vida a dos miembros del plantel técnico de la delegación togolesa, y no los del grupo disidente, a quienes tildó de “oportunistas”.

“No somos terroristas, el ataque no estaba dirigido contra nuestros hermanos togoleses” pero “cada vez que las Fuerzas Armadas de Cabinda ven un convoy angoleño, le disparan”, agregó, en conversación desde Suiza, donde vive en exilio.

Sin embargo el líder del FLEC-PM, Rodrigues Mingas, mantuvo su reivindicación.

“Nosotros lo hicimos. Lo lamentamos por los pobres togoleses que fueron las víctimas. Era un ataque contra las fuerzas de ocupación angoleñas”, reiteró el martes Rodrigues Mingas a la AFP, desde su exilio en Bélgica.

Un especialista de Angola en el instituto londinense Chatham House, Alex Vines, explicó esta situación calificando la historia del FLEC como una sucesión “de fragmentaciones y divisiones”.

“Es difícil controlar del exterior” a las diferentes unidades separatistas, subrayó.

El ataque suscitó una gran reprobación internacional. Sudáfrica lo calificó de “ataque inaceptable” y Francia denunció un “acto incalificable”.

Wilfred Lemke, consejero especial de deportes en la secretaría general de Naciones Unidas, aludió a un “acto odioso” contra “civiles inocentes” pero también contra “los valores del deporte”.

El capitán de la selección de Camerún Samuel Eto’o lamentó que “algunos individuos quieran mancillar la imagen de África”.

Pese al ataque, que provocó la retirada de Togo de la competición, ésta se inició el domingo en Luanda y el lunes en Cabinda, donde se reforzaron las medidas de seguridad. Dos personas fueron detenidas en el enclave, acusadas por las autoridades de pertenecer al comando que ametralló el autobús de Togo.