“Una muchacha y una guitarra, para poder cantar”, entonan desafinadas un grupo de “nenas” que aguardan pacientemente en una extensa fila el ingreso al Congreso argentino para despedir al cantante Sandro, su ídolo fallecido el lunes a los 64 años.

Las “nenas”, como Sandro llamaba a sus fanáticas, la mayoría de más de 50 años, no dejan de cantar las piezas más populares de “El Gitano”, pero a medida que se acercan lentamente al sitio del velatorio algunas bajan el tono, otras ya no aguantan el llanto y todas aprietan las flores que dejarán cerca del féretro.

“Seguro, seguro, lo llamaré Sandro”, dijo a la AFP Jesica Jofre, de 28 años, que exhibe un embarazo de 7 meses y muestra orgullosa su playera con la foto de “El gitano”, como también se lo conocía.

Sandro

Sandro

Ni a Jesica ni a los miles de fanáticos del intérprete de “Rosa, rosa” que esperaban su turno en colas de más 800 metros les hizo mella el sol implacable que castigaba a Buenos Aires con 35 grados celsius, apenas mitigado por el agua que se distribuía desde un camión cisterna.

“Era un excelente ser humano; no encajaba en este mundo. Yo lo seguí durante sus 40 años de carrera. Estoy destruida”, dice resignada y entre sollozos Alicia Véspoli, de 68 años, instantes después de pasar ante el féretro abierto del llamado de “Sandro de América” en el Salón de los Pasos Perdidos del Congreso.

Los seguidores de “El Gitano” desfilaban sin cesar ante el ataúd entre llantos desgarradores y quejas airadas porque no tenían posibilidades de detenerse y sólo tenían unos segundos para dejar flores a un costado.

“Ni un minuto nos dejaron verlo. No les interesa porque no somos gente de dinero. Yo quería rezar un Padre Nuestro, pero enseguida me dijeron que tenía que moverme”, dijo Irma Vega, una de las primeras en ingresar al velorio, mientras mostraba la foto del cantante con la leyenda: “Sandro, eternamente ídolo”.

Las mismas fotos se repetían por cientos entre las fanáticas, la mayoría de clase media o baja, aunque también estaban las afortunadas que se habían retratado en alguna ocasión con el ídolo que impuso un estilo que se hizo famoso en América latina, primero imitando a Elvis Presley y luego con un sello inconfundible en la música romántica.

“Hace 35 años que lo sigo a Sandro. Fui a casi todos sus recitales y en algunos casos iba dos veces en la misma serie. Tengo todos sus discos (52) y vi todas sus películas (16)”, dijo a su vez Beatriz Ayerza, de 53 años, quien se sonroja pero no responde al ser interrogada si fue una de las tantas seguidoras que lanzaban su ropa interior al escenario mientras cantaba Sandro.

La gente seguía llegando de a cientos a las cercanías del Congreso con sus flores y fotos. Nadie se quejaba del sol y el calor, casi como un verdadero sacrificio para “devolverle todo lo que él nos dio”, dijo Jesica, la joven embarazada, y ya no aguanta el llanto.